Si de aprender se trata: ¿Presencial o en línea?

Publicado el 07 octubre 2013 por Cosmoduende @cosmoduende

Largas distancias a recorrer y mucho café son un par de ejemplos de situaciones con las que varios estudiantes alrededor del mundo se relacionan. Muchos pueden ser los sacrificios que aquellos con la avidez de aprender hacen con tal de continuar sus estudios, y aún así en ocasiones sus esfuerzos se ven frustrados por las circunstancias de vida. El hecho de vivir en una comunidad lejana, sin una flexibilidad de horarios de trabajo o la simple falta de la oferta académica deseada son algunos de los factores que muchas veces han frustrado las intenciones de aprendizaje. Por suerte, las nuevas tecnologías han construido puentes con la intención de compensar estos obstáculos.

Existen antecedentes de la educación a distancia desde hace más de 200 años, siendo un curso de taquigrafía que ofrecía Caleb Philips durante 1728 en un periódico en Boston uno de los primeros ejemplos con los cursos por correspondencia. Hoy en día, el crecimiento de la educación a distancia se ha acelerado exponencialmente debido a la creciente facilidad de acceso a Internet y a las tecnologías digitales.

Fotografía: Archivo, Pedro Meyer

Algunos sitios de educación en línea como Lynda permiten elegir los módulos educativos para personalizar el aprendizaje, lo que contrasta favorablemente comparado con la rigidez del programa curricular de instituciones tradicionales. Sumado a esto, existe el factor de poder acceder a la información desde cualquier lugar con una conexión a internet y a la hora que uno lo desee, modalidad atractiva especialmente para aquellos que trabajan.


Aún así, la educación en línea no está libre de desventajas inherentes a su propia naturaleza, presencialmente o a distancia, requiere de una disciplina y autoregulamiento por parte del alumno, ya sea cuando se está en clase o en la organización y la ejecución de las tareas que se dejan. Cuando no se cuenta con una supervisión presencial, el alumno puede caer en distracciones, hecho sumamente fácil con una conexión a Internet. La falta de interacción de manera presencial entre los diferentes alumnos, si bien no afecta el aprendizaje, puede generar detrimento en el dinamismo de la clase y en una menor medida el flujo de retroalimentación.

En México, instituciones como la UNAM o el Tecnológico de Monterrey han implementado la educación en línea a sus planes de estudios; desde algunas clases hasta cursos de postgrado completos, y dentro de la realidad artística nacional, la Fundación Pedro Meyer ha gestionado su Campus Virtual en el que ofrece una diversa selección de cursos a distancia sobre la imagen en general, la fotografía, el arte y las nuevas tecnologías.

Seguramente la educación presencial no corre ningún riesgo de desaparecer ante la oleada de diversas ofertas académicas a distancia, pero es cierto que éstas son una excelente oportunidad de seleccionar los conocimientos que se desean obtener en tiempo y forma. La libertad de elegir es invaluable, el usuario define si se trata de un pasatiempo o hasta un nuevo grado escolar. ¿Serán las nuevas generaciones las que se apropiarán de esta tecnología para tener un mayor número de conocimientos?