Sin embargo, hay muchos datos provenientes de la naturaleza misma que nos cuentan una historia muy diferente a la de cualquier suceso de creación espontánea: que nuestro universo y la vida contenida en él se ven sometidos a procesos evolutivos continuos e incesantes. Nada demuestra la intervención de Dios en ningún momento de la historia del Universo, e incluso hay muchísimas cosas y características de los seres vivos y del mundo físico que demuestran la ausencia de tal ente Creador, todopoderoso y omnisciente.
Pero, ¿y si Dios nos hubiera creado? ¿Cómo explicaríamos los numerosos sucesos naturales si asumimos que un ente divino todopoderoso y omnisciente fue el autor de la totalidad del Universo? La respuesta a esto es que la mayoría de eventos y procesos naturales serían absurdos y no tendrían razón de ser si Dios existiera; sólo constituirían caprichos o errores (¿?) de Dios.
A continuación, circunscribiré el análisis a nuestro planeta y analizaré brevemente algunos de estos sucesos naturales:
· Desastres naturales: En nuestro planeta, la Tierra, existen desastres naturales a diario; todos ellos provocados ya sea por algún desbalance en los equilibrios hacia los que tiende la naturaleza, o como producto de la dinámica que caracteriza a los procesos geológicos, meteorológicos y climatológicos, e incluso biológicos. Así, tenemos que existen inundaciones, terremotos devastadores, incendios forestales, etc. Si Dios existiera y hubiera creado todo lo que hay en la Tierra, ¿acaso no sería de esperar que, dada su omnisciencia, haya previsto que estos desastres iban a darse de manera tan continua? ¿no hubiera pensado Dios que, de existir estos desastres naturales, las probabilidades de que un ser vivo cualquiera muera serían mucho más grandes de lo que serían de no existir tales desastres? Si Dios hubiera creado el Universo – y por consiguiente, la Tierra – podría haber tenido algún mecanismo para que estos procesos no sucedan nunca, ya que se supone que nada es imposible para un ser como él; a menos, claro está, que el evento de creación se le atribuya a un Dios malvado y caprichoso, en otras palabras, el equivalente a un titiritero o un cirquero despiadado.
· Necesidad de Alimentarse: Todo ser vivo necesita ingresar en su cuerpo algún tipo de sustancia(s) particular(es) que le permitirá(n) generar compuestos y nutrientes necesarios para la realización de las rutas metabólicas que caracterizan a su metabolismo. Existen diferentes tipos de generación de alimentos y nutrientes: está la fotosíntesis en plantas y algas, las cuales necesitan solo algunos elementos esenciales y simples para la construcción de moléculas más complejas, y como parte importante de la mayoría de seres vivos, está la alimentación depredadora, que consiste en ingerir algún tipo de ser viviente para así poder transformarlo en moléculas más pequeñas y asimilables por las rutas metabólicas del depredador. Ahora, la pregunta de rigor: si Dios hubiera creado ¿acaso no hubiera pensado que el hecho de crear organismos que necesiten comerse a otros hubiera generado una situación indeseable teniendo en cuenta que en un inicio su plan era, presumiblemente, absolutamente perfecto, estratégicamente planificado e infinitamente bueno?
· Parásitos: Todas las especies vivientes poseen algún tipo de parásito, ya sean virus, bacterias, hongos, e incluso plantas y animales. Así, muchas bacterias y hongos se ven parasitados o infectados por numerosos tipos de virus; y en el caso de plantas y animales, sus parásitos pueden ser tanto virus, bacterias, hongos, y hasta ciertas especies de plantas y animales. Con esto vemos que existen parásitos pertenecientes a los cinco reinos de la vida. Un parásito no es otra cosa más que un organismo que vive a expensas de otro, perjudicándolo ya sea a corto o largo plazo. En el caso de los humanos, existen parásitos atroces que los atacan, como muchos tipos de virus y bacterias que causan serios desordenes inmunitarios, neurológicos e histológicos, hongos que causan lesiones severas a la piel, insectos que pueden perjudicar gravemente a una persona, causándole incluso la muerte, etc. Si Dios hubiera creado a todos los seres vivos y, por consiguiente, a los seres humanos, ¿no habría pensado en todo esto?
· Caries: Las caries son causadas por bacterias que utilizan los restos de alimento como sustrato para obtener sus nutrientes. Estas bacterias secretan sustancias potentes que destruyen las capas superficiales de los dientes. Esta asociación entre las bacterias generadoras de caries y el ser humano, se ha ido arraigando en el tiempo mediante el proceso conocido como coevolución. Cualquier relación interespecífica es mediada por la coevolución, en la cual una de las especies forma parte del entorno que determina cambios y adaptaciones en la otra. Evidentemente, las caries no aportan nada positivo a un organismo, por lo que esta y todas las relaciones de parasitismo, como ya hemos visto, son incongruentes con la idea de un Dios creador infinitamente bondadoso y omnisciente. Una vez más surge la pregunta ¿si Dios nos hubiera creado, no habría pensado en esto?
· Malestares y deficiencias físicas en el humano: Todos sabemos que el dolor que sienten las mujeres cuando dan a luz es muy grande. Este dolor es producto de la disposición y el tamaño de los huesos de la región cervical y pélvica de la mujer, los cuales han adquirido tal conformación a medida que el ser humano fue adquiriendo la condición del bipedismo. Como cualquier “mejora” o adaptación evolutiva, ella supuso una serie de ventajas adaptativas, pero como subproductos, también supuso una serie de desventajas manifestadas en dolor e ineficacia relativa (con respecto a otros animales) de muchas otras funciones. Otros males producto de los cambios morfológicos debidos al proceso evolutivo son, por ejemplo: reumatismo (debido a la postura bípeda); fuerza muscular y velocidad de carrera deficientes (debido a la alta tasa de encefalización y desarrollo cerebral, lo cual dirige gran parte de la energía disponible hacia el cerebro); oído, tacto, gusto, vista y olfato muy por debajo de los niveles encontrados en otras especies afines (debido también a la redirección de la energía hacia los procesos que se dan en el cerebro). Evidentemente, todo esto es perfectamente explicable y entendible bajo una perspectiva evolutiva; sin embargo, ¿si Dios nos hubiera creado, habría querido que la cumbre de su creación posea todos estos males y desventajas?
· Complejidad biológica: Toda la compleja y extensa red de interrelaciones bioquímicas y fisiológicas existentes en todos los organismos vivientes, son evidencia de la relación de parentesco – en diferentes grados – entre todos los seres vivos. Nuevamente, bajo una perspectiva evolutiva, todo esto es perfectamente explicable y tiene mucho sentido; sin embargo, si Dios nos hubiera creado, toda esta compleja red no tendría sentido alguno, ya que, ¿por qué razón haría un Dios creador a todas sus criaturas con una falsa evidencia de parentesco gradual (tanto morfológica como genéticamente)? ¿Acaso se asume que a esta entidad creadora le gusta plantar evidencia falsa para que sus hijos, los humanos, tengan muchísima evidencia del proceso evolutivo y que a la par carezcan de evidencia de la existencia del mismo ser que les dio vida? En resumen, si Dios nos hubiera creado, y si Dios existiese, podríamos catalogarlo como un ente que conspira contra sí mismo.
Muchas personas argumentarán que todo lo mencionado anteriormente tiene su explicación en que, algún tiempo después de la creación, el ser humano instauró el pecado, causando la degeneración y aparición de todos estos males, por lo que todo sería culpa del pecado del humano y no del bondadoso Dios. Sin embargo, surge una pregunta más a este intento fallido de tapar el Sol con un solo dedo: ¿Acaso Dios no sabía ya de antemano TODO lo que iba a suceder, incluyendo que el humano iba a pecar y todas las demás cosas que argumentan los religiosos creacionistas? ¿O es que deberíamos asumir que Dios sí lo sabía pero simplemente no le importó en lo más mínimo?
Después de contemplar estos y otros muchos más casos en la naturaleza, queda evidenciado que la popular frase – usada como argumento por muchos religiosos y creacionistas – “la naturaleza misma es evidencia de la existencia de Dios” debería ser cambiada a “la naturaleza misma es evidencia de la inexistencia de Dios”.