Vamos a imaginar y a sonreír. A aventurar un divertimento, una utopía. Si esto que llamamos civilización o progreso hubiera sido liderado por las mujeres, o sea, por mujeres que no tuvieron que desconectarse de sí mismas, de sus cuerpos ni de sus crías para sobrevivir, ¿cómo sería?
1.- Habría robots para hacer las tareas domésticas: Usualmente se meten en el mismo saco las labores de cuidado y las tareas domésticas, como si fueran una misma "carga". ¡Pero no son lo mismo! Las labores de cuidado implican la capacidad de acompañamiento, y la capacidad de tejer relaciones afectivas, o sea, son directamente proporcionales a la capacidad de amar. ¡Pero las labores domésticas no! Si las mujeres hubiéramos liderado el progreso, en lugar de robots para explorar Marte, tendríamos hace rato robots para limpiar, lavar, planchar, ordenar y colocar la ropa, recoger los regueros, y hasta para colocar la compra en las alacenas :-)
2.- Los paritorios serían así:
o así:
3.- No habría guerras: Las madres no mandan a sus hijos a morir a las guerras. Las mujeres tienen mejores capacidades para la negociación, para las concesiones y para la paz. El cerebro femenino, y por tanto también el masculino, sería predominante para la cooperación y la empatía. Habría mucho menos violencia y no existirían los asesinos en serie.
4.- El lugar que ocupa la guerra y el amor romántico-neurótico en el arte, la literatura y la filosofía, estaría ocupado por la maternidad y la crianza: por donde quiera veríamos imágenes de partos/nacimientos como el momento más poderoso y especial de la vida, de niños pequeños, de crianzas compartidas, de lactancias naturales y duraderas, de grupos que cuidan y seres humanos que son amados y cuidados, para no convertirse luego ni en guerreros ni en cincuenta-sombras-de-grey.
5.- Las ciudades serían "kids-friendly" algo así como las imaginadas por Francesco Tonucci: "El objetivo es que los niños puedan salir otra vez solos, que no se vean condenados a estar durante tardes enteras delante del televisor, que no tengan que correr de una escuela a otra, que puedan nuevamente buscarse un amigo y, jugando juntos, descubrir cosas. ¿Qué significa esto para la ciudad? Simplemente, que la ciudad ha de cambiar, toda, completamente, aunque de manera gradual. El niño se considera un indicador ambiental sensible: si en una ciudad se ven niños que juegan y pasean solos, significa que la ciudad está sana; si no es así, es que la ciudad está enferma. Una ciudad donde los niños están por la calle es una ciudad más segura no sólo para los niños, sino también para todos los ciudadanos. Su presencia anima a otros niños a bajar, y aleja el riesgo que suponen los automóviles y otros peligros externos".
7.- El planeta estaría mucho menos contaminado: Ya sabemos que las mujeres y la Tierra somos lo mismo. Las mujeres sanas no nos hacemos daño a nosotras mismas. Los vertidos contaminantes, la enorme cantidad de basura, la polución serían mucho menores. ¡Las mujeres no dejamos
hollín en nuestra cocina!
8.- Las ciudades estarían llenas de pequeños negocios familiares y creativos, la mayor parte de la gente trabajaría en algo que le apasione, sin tanta burocracia, supuestos expertos, grandes ejecutivos que cobran mucha pasta por nada, sin tanto paternalismo ni tanta directividad, ni tanta titulitis... Primaría la alegría y la creatividad. En las grandes empresas, los turnos laborales, las buenas estrategias de recursos humanos, y la buena comunicación interna, haría que la gente se sintiera contenta y no robotizada.
9.- La familia no sería un lugar oscuro de autoritarismo y obediencia, del que hay que librarse, sino un lugar nutritivo de descanso y confort. La sexualidad verdadera estaría mucho menos reprimida y reducida a lo falocéntrico y pornográfico, reconociendo todos sus matices y sinuosidades. Los sentimientos y emociones estarían mucho mejor vistos, conocidos, canalizados y expresados, en conexión con el cuerpo y la sexualidad. El yin y el yang mucho mejor equilibrados. Las parejas formadas por dos naranjas enteras que se eligen libremente y en igualdad, y no por dos medias naranjas que buscan salvación.
10.- Por último y no menos importante, quizás no tendríamos que sufrir a dirigentes como el monstruo de las tinieblas Ignacio Wert o su contrapartida el niñato pedante autodenominado mesías Pablito Iglesias. Y por supuesto tampoco a lideresas políticas como Esperancita, Rita o la Cospedal o a lideresas mediáticas como Mariló y Ana Rosa (dios mío, ¿de dónde sacan a estas mujeres supuestamente poderosas?). Igual tendríamos comisiones de científicas y científicos, de intelectuales, de amas de casa, de bailarines o de agricultoras, decidiendo con humildad y respeto sobre el destino de nuestros impuestos, con un mínimo de aparataje estatal.
¿A que mola? ¿A que no va de mujeres ni de hombres, sino que es una visión amable de la vida? Venga, soñemos: que el ser humano deje de ser un mono que se volvió loco y que ha usado la Razón para ocultar su dolor más profundo, su incapacidad de amar.