Todos hemos tenido días malos e incluso peores. Y cuando estamos en los momentos bajos nos recomiendan escuchar a David Guetta o ver comedias de Mister Bean… Pues no, algunos somos gilipollas y escuchamos un fado (triste no, lo siguiente) o vemos Love Actually con una caja de Klennex en el regazo porque el llanto viene de serie.
Dicen que no es bueno revolcarnos en recuerdos como aquel que se revuelca en el fango y acompañar nuestras depresiones de música melancólica y películas de esas que hacen llorar hasta que ya se te acabaron los pañuelos y tienes que tirar de servilletas de cocina (y rasca que no veas) o del rollo de papel higiénico.
Tú te empeñas en ponerte los últimos éxitos “discotequeros” para animarte. Lo intentas, hasta lo pones a “tope” volumen creyendo que así el mensaje que esconde la canción te dará “subidón”.
Pero no sirve de nada, porque a los 5 minutos sacas el Ipad, la “mantita” de cuadros del sofá (¿quién no tiene una mantita de sofá?) buscas en la carpeta que dice “Depre total” y empiezas a pinchar canciones tristes hasta que el llanto va “in crescendo” y ya te da igual lo que suene porque ni “Paquito Chocolatero” te levanta la moral.
Y ya ni te cuento la que puedes liar si se te ocurre tirar de álbum de fotos de pareja o familiar (eso es fustigarse emocionalmente y lo demás son tonterías) y buscar los “momentos felices” que ya no están pero que recuerdas haber vivido en algún momento concreto.
Yo no lo he hecho en los últimos 6 meses (ganas no me han faltado) porque sería una mezcla de “sonrisas y lágrimas” que acabaría por estropear el papel fotográfico con tanto llanto (gracias a Dios la mayor parte de mis recuerdos son digitales) o puede que acabase electrocutada en el ordenador mientras observo mis recuerdos convertidos en Gigas de memoria… ¡La RAM no entiende de Alzehimer!
Pero hay una canción que dice:”…al lugar al que has sido feliz no debieras tratar de volver” (Ana Belén) y como yo soy un poco obediente, casi prefiero no volver a esos momentos que por mucho que mire y remire las fotos no volverán a suceder. ¡Hemos dicho que nada de autofustigarnos!
Y ya ni hablemos de alcohol y derivados (beber en soledad es lo peor) porque coger una “moña” en el sofá de tu casa, es algo que sólo debemos ver en las películas americanas donde tomarse un whisky sólo o con agua, es tan normal como cepillarse los dientes después de cenar.
Hay escenas tan típicas de personas deprimidas o en momentos de “bajón” que parece que nos han enseñado en el colegio los pasos a seguir para tener un “momentazo” en condiciones digno de un drama de TELECINCO un domingo por la tarde.
La comida es otra de esas cosas que no puede faltar cuando estás deprimido… hablo de comida por exceso o por defecto (yo no puedo comer ni un guisante si estoy fatal) pero hay quién opta por comer todas esas cosas que sabemos que nos ponen el azúcar por las nubes (gominolas, chocolate, bollería industrial…) y es que hay quién prefiere sumar kilogramos a su depre o quién rebaja su masa corporal, hay para todos los gustos.
Desde luego, cuando nos dicen que no hagamos ninguna de esas cosas porque no nos van a beneficiar para calmar el ánimo, nosotros que sabemos más que el resto hacemos lo que nos da la gana y optamos por hacer esa lista de cosas que nos minan la moral.
Aunque yo personalmente soy de las que pienso que a veces es bueno sacar fuera de la manera que sea (me estoy planteando hacer “puenting”… para que veáis) los sentimientos, las frustraciones, la ira, la rabia, la angustia y cuando ya lo has sacado todo (o al menos la dosis que corresponde al día de hoy) ¡Te quedas como nueva! ¿A que sí?
Y este post, viene a cuento de las veces que nos dicen que no lloremos más, que no suframos más y que olvidemos lo malo que nos pasa. Porque desde fuera todo se ve distinto y no tiene la misma importancia… pero para el que esta “depre” el día que le toca ponerse en modo “bajón” nos volvemos unos profesionales.
Al final acabamos poniendo la canción más triste que encontramos (o la que más nos recuerda a esa persona) y nos ponemos a ver la película más romántica y nos servimos un vino (un wisky en plan americano o lo que sea) y acabamos deshidratados de tanto llorar.
Es inevitable…forma parte de la recuperación emocional. Y como de canciones tristes estamos hablando, aquí os dejo una de las que más escucho en esos días tristes pero que me anima un montón: “Stop crying your heart”
Seguiré haciendo las mismas cosas que otros recomiendan que no haga y es que al fin y al cabo cada uno se quita las penas como quiere, a veces llevamos la pena a cuestas donde quiera que vayamos pues las canciones tristes y las pelís románticas siguen ahí por si las necesitamos. Simplemente tenemos que aprender a escucharlas… sin llorar.