Vaya por delante que la intérprete “Pop Star Queen” (así se hace llamar en el concurso… madre mía….) no es santo de mi devoción (más bien todo lo contrario) pero no por su persona (no la conozco) sino por el ámbito en el que desarrolla su actividad profesional. Dicho esto, lo que no termino de entender son los argumentos que se han levantado en Facebook con grupos que se autodenominan “Si Karmele va a Eurovisión, nos echarán de Europa“.
¿? No lo entiendo… Si no nos echaron el año pasado con el Chiquilicuatre (que también se presentó al concurso en “modo broma”… ¿por qué nos van a echar este año? ¿El nivel de ridículo no es el mismo?
Yo ya hace años que no sigo este concurso porque ya hace tiempo que se ha convertido en una cuestión aleatoria ver un participante que represente un concepto artístico. El concurso respondía a los criterios y principios de constitución de la Unión de Radios y Televisiones Europeas. Hoy no es más que un negocio que no responde más que a eso, a los criterios de mercado. Países que mandan a intérpretes disfrazados de troles porque son parte de su mitología, es como si nosotros mandamos un grupo de bailes regionales de la región del Ampurdá… o a Karmele. Y más aún cuando la elección es por votación popular. Si lo que la gente es lo que quiere, sus motivos tendrán… Cosas de la “democracia” o voluntad popular, ¿no?
Nos rasgamos las vestiduras al hablar de los programas del corazón, pero luego la realidad es que su audiencia sigue siendo de lo más relevante (por eso las cadenas los programa…). Tan es así que podrían considerarse parte de la identidad cultural de un país. Vamos que no veo mucha diferencia entre los troles nórdicos, el Chiquilicuatre y Karmele. Si es elegida… eso es lo que hay!! A mi personalmente me da igual.