El PP, al no ser capaz de liderar un proyecto sólido y creíble para la mayoría conservadora que siempre fue el pueblo español, generó la frustración suficiente para convertir el país en una fábrica de indignados, de la que surgieron nuevas opciones políticas como Ciudadanos y VOX, ambos consecuencia del fracaso de una derecha que, con Pablo Casado, sigue por su misma ruta decepcionante, decadente y cobarde, sin ser capaz de cambiar su rumbo, de pedir perdón ni de reconocer su enorme culpa en lo que es la España del presente.
Ese enorme fracaso de los que estaban llamados a gobernar España por muchas décadas, apoyados en el carácter conservador de la mayoría de los españoles y el apoyo de las clases medias amantes del orden y la estabilidad, ha permitido la victoria de la ideología del “todo vale”, representado osada y brillantemente por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los insólitos e inesperados mandamases de una España que es sociológicamente conservadora, anticomunista y de derechas.
El PP ha hecho posible el casi milagro de que Pedro Sánchez llegue al poder mintiendo y engañando, incluso a sus propios electores hasta media hora antes de ganar las elecciones con un programa económico brutal y destructivo que si es aplicado destruirá gran parte de la riqueza y prosperidad de España.
El binomio nefasto Sánchez-Iglesias ya está donde pretendía, en el poder, con todo el territorio libre para asegurar ese poder y no perderlo jamás. Sin barrera alguna que le frene, lo cambiará todo para seguir mandando. Es un tipo sin escrúpulos al que los españoles, cometiendo un error imperdonable, hemos entregado el timón de nuestra España, dándole "licencia para matar".
Nadie moverá un dedo para salvar España salvo los propios españoles. Los que esperan que la Unión Europe, la OTAN o los Estados Unidos intervengan para frenar la locura del sanchismo y de su aquelarre de comunistas, golpistas y proterroristas, todos bajo el denominador común del odio a España, están equivocados.
Estamos solos frente a una turba sin escrúpulos, dispuesta a todo.
Francisco Rubiales