Si, la República es posible

Publicado el 23 abril 2015 por Polikracia @polikracia

El pasado verano, el rey Juan Carlos I abdicaba la corona, seguramente empujado por sus problemas de salud y los recientes escándalos que había protagonizado en los últimos meses. El príncipe Felipe, ocuparía pues por herencia, como es natural en las monarquías, su cargo como rey de España, ejerciendo Letizia Ortiz de reina, y compartiendo, eso sí, el título de reyes con sus antecesores, algo muy novedoso en España.

La abdicación del rey que hizo las veces de puente entre la dictadura y la Democracia, en un momento de gran tensión en nuestro país y cuando todo estaba en juego, el mismo que, según nos han contado, paró el fallido golpe del 23-F, ha supuesto sin duda el cierre de una etapa clave para nuestro país. Nos guste o no, la gestión de Juan Carlos ha de ser vista con interés, pues si bien no ha sido absolutamente impecable, si ha permitido garantizar la estabilidad durante muchos años en un Estado, el español, con un pie en la dictadura bastantes años después de muerto Franco. ¿Fue la mejor decisión? Nunca se sabrá, lo que está claro es que no hubo otra alternativa, conociéndose la imposibilidad de convencer al régimen de la necesidad de establecer la Democracia a través de la denostada República, el chivo expiatorio de los golpistas.

Con el cambio en la jefatura del Estado se ha abierto de nuevo el melón de la República y se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de plantear un referéndum a través del cual los ciudadanos podamos elegir qué modelo de país queremos. Si bien es cierto que la nueva transición se ha llevado a cabo con pulcritud, sin tensiones y con un carácter más moderno, muy distinta ésta a la que protagonizo su padre, y que Felipe VI ha sido acogido por la sociedad con buenos ojos, por su carácter abierto y proclive a consensos, también es cierto que la sociedad española ha cambiado y que el debate Monarquía-República tiene esta vez más visos de subsistir.

Pero miremos lo datos, según un estudio del Real Instituto Elcano en 2014, el 53,4% de los encuestados prefieren una Monarquía constitucional, mientras que el 37% se inclinan por la República. Un 5,3% dice no saber por cual alternativa decantarse. A simple vista está claro que los ciudadanos todavía prefieren el sistema actual, pero habría que tener en cuenta que buena parte del apoyo viene dado por la figura que representa Felipe VI. La sociedad no desea monarquía en sí, simplemente se ha acostumbrado a un modelo impuesto, que se ha alimentado gracias a la “tradición” y sobre todo a la manipulación histórica de lo que representó la II República por parte de la derecha, y a la apropiación de la misma por los sectores más radicales de la izquierda. La monarquía ha sido vista siempre por tanto como un sistema que garantiza la estabilidad mientras que la república es considerada todavía por muchos un modelo que no tiene cabida en nuestro país y que solo generaría más problemas.

Cierto es que teniendo una tasa de paro intolerable, la 2ª mayor de Europa tras Grecia, produciéndose desahucios todos los días y aumentando de forma extremada los niveles de pobreza y desigualdad plantear ahora un cambio de sistema es, no solo arriesgado sino además inadecuado, pero también es verdad que es un debate necesario y que no se puede olvidar en un cajón, más si cabe cuando desde cada vez mas ámbitos se pide consensuar una reforma constitucional, para responder a la nueva realidad del país.

La II República representó un autentico oasis renovador en una España acostumbrada a la sumisión y que todavía hoy parece padecer desafortunadamente esa lacra. Cambian los agentes que manipulan y someten, pero el fondo es el mismo. Gracias a ese breve espacio de tiempo, España puso crear escuelas, difundir la cultura y el pensamiento intelectual y ganó derechos como el voto de las mujeres. La destrucción de su imagen, la ocultación de sus logros y la difamación por parte del Franquismo, extendida posteriormente por el nuevo establishment derechista adaptado a la Democracia, explican muy bien por qué tiene tanto apoyo la monarquía a día de hoy.

España vive hoy uno de los momentos políticos y sociales más efervescentes de su Historia democrática. Las calles se llenan de gente exigiendo derechos, libertad y pidiendo a sus instituciones que respondan a sus intereses, surgen numerosas iniciativas en busca de la transparencia, como Civio y Maldita Hemeroteca, y hasta la televisión está más centrada que nunca en reflejar, desde un punto de vista más o menos sensacionalista, una realidad que no se puede ni debe ocultar.

Parece que ésta vez, sí bien no debiéramos echar las campanas al vuelo todavía, la sociedad está comenzando a plantearse que tiene mucho más poder del que cree para cambiar las cosas. La libertad es junto con la vida uno de los derechos intrínsecos de cualquier Democracia y eso también tiene relación directa con el modelo de país que queremos en el futuro. Si hemos dado pie a la movilización, si hemos conseguido que surjan nuevas formaciones alternativas a las tradicionales e incluso hemos logrado parar leyes restrictivas, como la del aborto, por qué no hubiéramos de conseguir un sistema representativo elegido por todos los ciudadanos.

Tenemos la base, que es la creciente concienciación social, ahora falta aprovechar los mecanismos democráticos, como son, entre otros, las urnas y las manifestaciones, para reclamar un referéndum que nos permita elegir el modelo que mejor refleja ese pensamiento liberal y profundamente democrático del que hacemos gala todos los días: la República. Nadie dijo que fuera fácil, pero si no lo logramos ahora habremos perdido una gran oportunidad de democratizar un país que flaquea cada vez más en cuanto a derechos humanos se refiere.