Es lunes. Aunque parezca domingo por la noche, en realidad es lunes. Asi lo hemos acordado, lo llevamos acordando desde hace siglos. Los días empiezan casi sin darnos cuenta, en el pasar de un segundo a otro, por la noche, casi de puntillas, como si quisiéramos esconder ese paso. Sin embargo, nos empeñamos que nuestro día formalmente empiece tras dormir, como si necesitáramos de un descanso antes de encarar lo que se nos viene encima. No queremos creer que el día empieza por sorpresa, sin avisar, mientras vemos la tele o leemos, aunque asi sea. Somos el animal que más se engaña.
Y un día tras otro, la vida pasa. Mes a mes y año a año. Y en ocasiones volvemos la vista atrás y nos sorprendemos de lo lejos que están ciertas cosas. El primer beso, la primera comunión, el primer amigo, el primer despido, el primer desengaño, el primer sueño que recordamos. Y enseguida volvemos la vista y pensamos que aun existen muchas primeras veces por delante. Pero se nos queda un regusto amargo en la mirada y detrás de los ojos, como en los Actimel de sabor naranja, que rascan un poco la garganta. Y nos entra un poco un miedo de niño, de los que enseguida se esconden, y luego los psicólogos se empeñan en sacar por una pasta. Y pensamos, sabemos, que la vida es corta.
Y se me ocurre pensar que cuando vemos algo pequeño, acercamos la mirada para verlo mejor. Y su tamaño aumenta como por arte de magia. Y creo que debemos hacer algo así con la vida. Acercarnos a ella. Pensar en días en lugar de meses, en minutos en lugar de horas. Verla tan de cerca como para aprovechar cualquier momento de todos aquellos entre los que se divide. En el siguiente minuto puedes ver una sonrisa y devolverla, en la hora que pase a partir de este momento puedes escuchar un disco maravilloso o leer palabras inventadas por un loco enamorado de la vida hace 3 siglos, quizá más. Sentirnos vivos.
Es cierto, la vida nos dará tantas ostias a veces que vistas así las cosas, de cerca, parecerá un castigo excesivo. Pero merece la pena hacerlo. Porque si alguien se va, habrás estado más cerca y le recordaras mejor. Porque si pierdes sus labios, los habrás besado atento a cada roce de sus manos sobre ti. Porque si has caido, podrás recordar a cada segundo que tardes en levantarte la razón de caerte y la razón de volver a ponerte en pie.
No es cuestión de pensar que la vida es un camino de rosas. Es cuestión de acercarse a ella para sacar todo lo que podamos antes de que ella se adelante y nos cueste mirar atrás. Es cuestión de hacer primer beso del último que demos, de buscar el brillo en la miradas, el viento en el rostro, el aire dentro. De acercarse a la vida y hacerla grande.
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