Si me comes la cola me salvo

Por Davidalvarez
Eso es lo que debió pensar la hembra de lagartija roquera (Podarcis muralis) que ayer tomaba el sol tranquilamente sobre una piedra cuando sintió el ataque de un depredador. Muchos reptiles y algunos anfibios, como la Salamandra rabilarga (Chiogolossa lusitanica), tienen la capacidad de desprender voluntariamente algunas partes no vitales del cuerpo, generalmente la cola, como un mecanismo de defensa contra sus enemigos. Esta habilidad recibe el nombre de autotomía.  
La nueva cola ya ha empezado a formarse
La autotomía suele ser un último recurso, normalmente después de intentar sin éxito la huida hacia un refugio seguro. Si el depredador tiene agarrada a su presa esta es capaz de soltar un trozo de cola gracias a la existencia de unos planos de fractura entre las vertebras. En esos puntos existe una capa de tejido cartilaginoso llamado septum, que después de la rotura favorece la formación de una nueva osificación, que permite que la cola se pueda regenerar. De todas formas, la nueva cola que se formará no será igual que la cola perdida y por eso será fácil distinguir aquellos animales que han perdido la cola en el pasado y los que aún la conservan intacta.
La particularidad por la que la autotomía es útil para disuadir a los depredadores es la que hace que la cola desprendida siga moviéndose durante unos minutos debido a que los estímulos reflejos aún permanecen activos. De esta forma, no es raro que el depredador se entretenga con ella y se olvide de su propietario, que aprovechará la confusión para huir.
A pesar de la utilidad de esta habilidad, como ya he comentado se trata de un último recurso desesperado, ya que la ausencia de cola representará un hándicap para la lagartija, ya que su capacidad de maniobrabilidad será menor que a de una lagartija "intacta". Pero en estos momentos, ese pequeño inconveniente no creo que le importe demasiado a la hembra de lagartija.