Llega un momento en cualquier actividad, en cualquier vida, donde se hace un balance, para seguir en la misma línea, si lo que se hizo estuvo bien, o para buscar una alternativa si el resultado no nos satisface. En mi caso, las nuevas tecnologías sirven de referencia para recuperar allí viejos escritos, encontrar motivaciones parecidas en otras latitudes castellanas que sufren los mismos o parecidos males y globalizar de alguna manera nuestros enclaves a punto de ser devorados por ese cáncer de la despoblación al que no se le ha encontrado medicina eficaz en ningún lado. No sé por qué, siempre se valoran las propuestas de los demás cuando quienes las hicieron están requetemuertos y sólo quedan las hemerotecas para darles el cumplido reconocimiento. Como eso no va a cambiar en el tiempo, aprovecho para agradecer por anticipado, ahora que puedo, a quienes tengan la ocasión de leerme dentro de cien años, y acaso me citen con el mismo deleite que yo cito a quienes describieron antes la desolación, el paisaje, la historia y el devenir de estos lugares. Lógicamente, estamos transmitiendo el sentimiento de muchas personas que sintieron el mismo frío y abandono que nosotros, que sintieron las mismas emociones. Es conveniente que nunca se pierda la esperanza. Pero prevalece el sentimiento de amargura cuando compruebas que la tierra se va agotando sin remedio, y no llegan los repobladores que se esperan para darle nueva vida, como los repobladores que llegaron un día a estos lugares y construyeron sus casas, y levantaron las iglesias y los puentes y se guiaron en los viejos Concejos... Porque todo llega en su momento, no cuando lo deseamos nosotros, y en la historia de cada pueblo, como en la historia de cada persona, intervienen una serie de factores que generan todo lo necesario para que el hecho se produzca. Y si no hemos sido capaces de contagiar a nadie; si no hemos podido venir a vivirlo como gritábamos a los demás que hicieran; si no hemos sido capaces de ponernos en pie para defender tantas historias como aquí se fueron generando, es que, a lo mejor, no nos lo merecemos, ni somos las personas indicadas para continuarlo. De la sección "La madeja"
Llega un momento en cualquier actividad, en cualquier vida, donde se hace un balance, para seguir en la misma línea, si lo que se hizo estuvo bien, o para buscar una alternativa si el resultado no nos satisface. En mi caso, las nuevas tecnologías sirven de referencia para recuperar allí viejos escritos, encontrar motivaciones parecidas en otras latitudes castellanas que sufren los mismos o parecidos males y globalizar de alguna manera nuestros enclaves a punto de ser devorados por ese cáncer de la despoblación al que no se le ha encontrado medicina eficaz en ningún lado. No sé por qué, siempre se valoran las propuestas de los demás cuando quienes las hicieron están requetemuertos y sólo quedan las hemerotecas para darles el cumplido reconocimiento. Como eso no va a cambiar en el tiempo, aprovecho para agradecer por anticipado, ahora que puedo, a quienes tengan la ocasión de leerme dentro de cien años, y acaso me citen con el mismo deleite que yo cito a quienes describieron antes la desolación, el paisaje, la historia y el devenir de estos lugares. Lógicamente, estamos transmitiendo el sentimiento de muchas personas que sintieron el mismo frío y abandono que nosotros, que sintieron las mismas emociones. Es conveniente que nunca se pierda la esperanza. Pero prevalece el sentimiento de amargura cuando compruebas que la tierra se va agotando sin remedio, y no llegan los repobladores que se esperan para darle nueva vida, como los repobladores que llegaron un día a estos lugares y construyeron sus casas, y levantaron las iglesias y los puentes y se guiaron en los viejos Concejos... Porque todo llega en su momento, no cuando lo deseamos nosotros, y en la historia de cada pueblo, como en la historia de cada persona, intervienen una serie de factores que generan todo lo necesario para que el hecho se produzca. Y si no hemos sido capaces de contagiar a nadie; si no hemos podido venir a vivirlo como gritábamos a los demás que hicieran; si no hemos sido capaces de ponernos en pie para defender tantas historias como aquí se fueron generando, es que, a lo mejor, no nos lo merecemos, ni somos las personas indicadas para continuarlo. De la sección "La madeja"