Podría decirse que somos unos mentirosos (y lo somos), aunque más bien pecamos de cobardicas. Pensamos que por dar largas o decir lo contrario evitamos problemas y nos ganamos el cielo, pero lo único que conseguimos es aplazar lo inevitable, hundirnos en el barro hasta el cuello y quedar como tontos del culo. No sé por qué razón no nos enseñan desde críos a decir NO. Un "no" debe ser rotundo, aislado, sin explicaciones. Como dicen las madres "No es no, y punto en boca". Si el otro no lo entiende o no lo quiere entender que se lo coma en dos veces. Tenemos la manía de disfrazarnos de buenas personas, todos ultra generosos y perfectos ciudadanos ¡No hay quién se lo crea! Realmente no se es mejor por decir a todo que sí.
Hace cosa de un mes un amigo se hizo miembro de Greenpeace sin querer, como el que rompe un vaso fregando y no sabe cómo. Una chica le asaltó por Madrid, le soltó el rollo, le puso bonita sonrisa y a él no le quedó otra que soltar la gallina y firmar. Hay gente que se lo tiene muy estudiado y te hacen sentir obligado a aceptar, parece un hechizo. Cuando me lo contó me eché a reír ¿Cómo pudo ser tan tonto, qué le costaba negarse? Ayer yo mismo me hice miembro de una ONG: pago más que él, ni siquiera sé a dónde va y sólo recuerdo que la bruja que me convenció estaba muy buena. SOMOS GILIPOLLAS. Estoy seguro de que si yo le hubiera pedido una cita, ella no hubiera dudado la respuesta.