¡Valla! que ni al pelo llega la victoria de La Roja. Si la semana pasada recontaba cuentos viejos de una vieja España simplemente, porque venían al cuento. Esta semana toca la hora de un cuento nuevo. Una nueva perspectiva que revisa horizontes más lejanos, estructuras que saltan de una capital nacional a sueños de gloria que requisan el mundo entero para actuar y mostrar andares de conquistadores hace ya tiempo olvidados.
Recordando textos quedamos en que llegábamos de titulares internacionales y nacionales. De un escribir libros de auto ayuda a palabras dichas a bocajarro delante de la prensa "No hay solución escrita. Es preciso que decidas emprender tú el viaje" que casi nos hacen huir a casa de Juanito el de los rododendros. A la semana siguiente, en casa, bebiéndonos el premio en los Max observando a un pueblo aún envuelto en pesadillas de poca autoestima donde los horizontes no traspasan mas de dos círculos y medio. Y hoy al deslumbre de los flashes en el fotocol y después, huidas de los paparazzi por calles del mundo entero.
De tintineos dorados en copas de alegría impresas. Del color del caviar al sabor de la no preocupación por quien de los dos tiene que recoger la mesa a un correr por un vestíbulo que oculta ojos y pisadas rápidas que pretenden darnos caza. Correr por el vestíbulo no fue nada comparado con la velocidad que imprimió el conductor al coche hasta aparcarlo delante de la casa del estilista. Cinco peinados más tarde, cuarenta vestidos recortados para elegir, desde luego, El Rojo. Masajes, uñas de porcelana, extensiones que hacen olvidar mi corto corte de pelo. Convertidos en devora lujos inciertos. Y la cara de sorpresa de todos cuando nos lo queríamos llevar todo puesto.
¡Te lo dije! tenías que mirar antes tu agenda. ¡Menos mal que entre tanto lujo, no se nos olvidó comprar el jet privado! Rumbo a París, preparando discursos o tomando cava y canapés "Desde luego mañana habrá que despedir a los artífices de tentaciones tan exquisitas". Del aeropuerto al espléndido salón lleno de gafas y oídos expertos no nos daba tiempo a elucubrar la astucia más recurrente para no hablar del Santo Grial. Ahora, contar las miles de vivencias y experiencias del Rey Arturo, fue toda una estratagema digna del más hermoso de los escritores viejos. Contar las caras boquiabiertas, mientras tú hablabas, no me dio tiempo, Habían tantas, que todavía puedo sentir el viento helado y huracanado que salía de ellas y que dejó mis largas extensiones al viento ¡Que bella estampa! tu perilla erizada y mi larga cabellera enredada al atril que te sujetaba el micrófono.
Titulares de esta semana: De rojo pasión llegaron los dos.Lo que no entendí fue la confusión que reinó nada más soltar tus Dolce & Gabanna después del estruendoso aplauso de la concurrencia. Si bien, les gustó la historia que les ayudó a cambiar perspectivas, no les interesó, luego publicarlas en sus largos, extensos y grandes libros.
En la próxima, invitaremos a Arturo y que se lo cuente él en primera persona.Ahora, que no me quedo con las ganas. Toma el teléfono y comprueba quien tiene las invitaciones para los Oscar, que estos, si que son mañana.