Padre de bondad, que alivia nuestras penas, consuelo de nuestro sufrimiento y cura a nuestras heridas. Hoy vengo con el corazón abierto, para que hagas un milagro en mi vida. Hay días en que la carga nos desgasta los hombros y se vuelve más pesada y nos sentimos agotado y con ganas de abandonar la batalla.
Señor, dame fuerza para seguir luchando, porque siento que el camino no tiene fin, mi cielo en ocasiones se me vuelve gris y mi vida carece de color y alegría. Dios, abre las puertas de los cielos y que tu luz descienda sobre nosotros, déjame saber que nuestros corazones no están solo y que nuestras almas no han perdido su arrojo.
Conduce nuestros pasos por senderos de felicidad y alegría. Que en Ti podamos encontrar refugio a nuestras penas, consuélame y seca cada una de mis lágrimas. Señor, tu amor alimenta mi fe, manifiesta tus bendiciones en mí, y permíteme saciar esa sed que tengo de Ti.
Dios, Tu eres fuente de vida, con caudales inmenso de bendiciones, agricultor que siempre da esperanza en nuestros corazones y Luz en la oscuridad. No permita que tu hija desfallezca, tu hija amada, que sigue y pone en práctica cada una de tus enseñanzas. Señor, tu palabra me enseña en el Salmo 34:17-19 que aclamemos en los momentos de angustia y tu sanaras todos los quebrantos que aflija nuestros corazones. Confió en tu palabra que dice en el Salmo 55:22 que echemos nuestras cargas en Ti y Tú nos sustentará; No dejaras caído a tu hijo en estos momentos de desesperación. En el nombre de tu Hijo Jesús. Amén.
Si haces esta oración con Fe, puedes tener la certeza que Dios te escucha y que siempre está a tu lado. Deposita todas tus cargas en Él, porque Él es todopoderoso y nunca te abandonará en los momentos de dificultad, sigue adelante con gozo y entusiasmo, pues Dios ha destinado grandes cosas para bendecir tu vida.