Los partidos pudieron cortar esa tendfencia perversa pero en lugar de castigar la corrupción que florecía en sus filas protegieron a los delincuentes e, incluso, los incluyeron en las listas electorales para convertirlos en aforados y preservarlos de la acción de la Justicia. Paralelamente, los partidos controlaron la Justicia, sin pudor alguno, y empezaron a nombrar jueces y magistrados, a someter a la Fiscalía y a influir en las carreras judiciales, destrozando así al esencia de la democracia, que exige separación e independencia en los poderes básicos del Estado, pero reforzando su poder y la impunidad de los muchos sinvergüenzas atrincherados en sus filas.
El ejército de los delincuentes con carné de partido en España es inmenso. Lo integran políticos de todo color, pelaje y nivel, desde concejales a altísimos cargos, sin olvidar consejeros, asesores, alcaldes y autoridades varias. Se sienten seguros y confiados mientras abusan y roban porque saben que el partido les protege. Para España son una plaga que destruye la política, la convivencia y hasta la economía y el progreso.
La impunidad de los corruptos, unida a otros defectos nacionales como la codicia insaciable de los que tienen poder y la ausencia de controles y frenos en el poder politico, neutralizan todo atisbo de democracia y hacen de España un país con gran potencia delictiva, jurídicamente inseguro, sin prestigio entre los paises libres y avanzados y pésimo para hacer negocios o invertir.
La fuerza enorme de los partidos en España no sólo es fruto del alejamiento de la democracia y de la caida en la corrupción, sino que se nutre de la vileza que significa dividir desde el poder a los ciudadanos, desorganizar la socierdad civil, desculturizar la sociedad y confundir y embrutecer al pueblo, tareas que se realizan desde los gobiernos para que los partidos sean así las únicas fuerzas organizadades y compactas en una sociedad desvertebrada e integrada por gente aborregada y llena de miedo ante el poder.
Algunas fechorías y canalladas del poder realizadas recientemente en España, como el incumplimiento de sus promesas electorales por el gobierno de Rajoy, el saqueo del sistema financiero por parte de políticos y sindicalistas corruptos y ladrones y el atraco y robo a los cientos de miles de ciudadanos que compraron participaciones preferentes a la banca, sólo se explican porque existe en España un poder político desprovisto de ética, dignidad y decencia. Esa fechorías del presente se unen a otras perpetradas por anteriores gobiernos, como el terrorismo de Estado en tiempos de Felipe González, la compra de votos nacionalistas por Zapatero, las mentiras institucionalizadas del poder y la sucia y deleznable costumbre de legislar en contra de la voluntad popular y desoir los clamores del pueblo, hacen de España un estercolero, donde demandas ciudadanas que implican a mas del 80 por ciento de la población, como las de eliminar la financiación pública de los partidos y piolíticos y sindicatos y el incremento de castigo para los corruptos, son sistemáticamente ignoradas por gobiernos que pueden ser legales porque surgen de las urnas, pero que cerecen de legitimidad porque pierden pronto el apoyo de los ciudadanos y gobiernan ajenos a la democracia y amparados en leyes injustas, el miedo y la fuerza.