Mientras que nuestros hermanos separados defienden la doctrina de la "sola scriptura", alegando que la Escritura y solo ella es la autoridad en materia de fe y doctrina, la Iglesia católica, por su parte, sin negar que las Escrituras son suficientes en tanto que una fuente material válida e inspirada por Dios que nos transmite la Fe Apostólica, no desconoce que, a fin de perseverar en una sola fe con una continuidad histórica coherente, y de conservar el orden y la unidad del Cuerpo de Cristo, evitando toda clase de novedades doctrinales producto de la interpretación privada que genera múltiples divisiones, el sentido de las Escrituras debe ser comprendido a la luz de la Tradición y por medio del Magisterio bimilenial, en tanto que este custodia, transmite y enseña la verdad apostólica:
Aquí la cita de San Vicente de Lerins:
«Pero aquí alguien tal vez se pregunte, ya que el canon de las Escrituras está completo y es más que suficiente por sí mismo para todo, ¿qué necesidad hay de unir con él la autoridad de la interpretación de la Iglesia? Por esta razón: porque, debido a la profundidad de la Santa Escritura, no todos la aceptan en uno y el mismo sentido, sino que uno entiende sus palabras de una manera, y el otro de otra; por lo que parece ser capaz de tantas interpretaciones como hay intérpretes. Novaciano explica la Escritura de una manera, Sabelio de otra, Donato de otra, Arrio, Eunomio, Macedonio, de otra, Fotino, Apolinar, Prisciliano, de otra, Joviniano, Pelagio, Celestio, de otra, por último, de otra Nestorio. Por lo tanto, es muy necesario, a causa de tan grandes complejidades de tales múltiples errores, que la regla para la correcta comprensión de los profetas y apóstoles debe estar enmarcada en conformidad con el estándar de la Eclesiástica y Católica interpretación» Commonitorio; San Vicente de Lerins (390-450).