¡Hola!
Aquí el Plantea Team recibe una buena serie de emails diarios en los que mucha gente nos comenta que les gustaría mucho empezar una huerto en casa, pero que no se siente seguros o no se ven capaces por una serie de motivos. Un motivo importante que os suele bloquear es simplemente no saber por donde empezar, pero este tiene una solución muy fácil, y es simplemente buscando un poquito de guía. Con nosotros puedes contar al 100% con esto. Ya sea a través del blog como a través del curso online, donde tienes toda la información necesaria para iniciarte paso a paso.
Pero hay otras barreras que nos solemos poner a la hora de empezar, suele ocurrir con casi cualquier proyecto, pero quizás con el huerto urbano más, porque es algo completamente diferente y nuevo para muchos. Cómo yo soy una gran defensora de los tomates en el balcón, hoy pretendo derribar esas barreras o excusas que te estás poniendo para empezar. Porque TODOS, con un poquito de voluntad, podemos ser grandes hortelanos, aunque sea en minihuertos.
– Me gustaría empezar un huerto pero no tengo tiempo
Tener una plantación de tomates puede quitarte más tiempo, aunque esto también es muy relativo.
Mira este ejemplo:
Mi vecino, se va cada sábado a un huertito que tiene a las afueras de la ciudad, cada sábado por la tarde vuelve a casa un poco más moreno y con unos buenos capazos de cosecha. El se va por la mañana con los amigos y la familia, se planta una buena paella entre pecho y espalda, y entre risas y conversaciones trabaja en su huerto. Esto para mí es lo contrario a perder el tiempo. Es tiempo de calidad con los amigos, disfrutar del sábado y de la comida, hacer ejercicio y coger tomates de los que te recuerdan al pueblo.
Pero ni siquiera es necesario dedicarle un día a la semana al huerto, un huerto en un balcón no da más trabajo que si lo tienes lleno de otras plantas. Yo entre semana tengo muy poco tiempo, y simplemente reviso mi huerto por las mañanas mientras me tomo el café. Todo va bien, perfecto, ahí hay un pulgón, estaré atenta. Simplemente le dedico alguna horita suelta cuando mis guisantes requieren cosecha o tengo que hacer nuevos semilleros. Es más, paso mucho más tiempo en el huerto de lo que este me exige, simplemente porque lo disfruto.
– Cuesta mucho dinero
Instalar un huerto puede costar dinero al principio, pero es de las aficiones más baratas que hay. Semillas, sustrato, agua… son materia prima muy económica. Para las plagas te puedes hacer tus propios remedios caseros, y con el fertilizante más de lo mismo. Es más, si te pones creativo y usas la imaginación, ni siquiera la fase de instalación tiene porque ser cara. Puedes hacerte tus propios recipientes con materiales reciclados, y salen cosas verdaderamente bonitas. Como esta maceta con una caja de vino que hemos hecho para el curso online.
– No tengo espacio
Siempre hay sitio ¡siempre! La encimera de la cocina, una repisa en una ventana, un pequeño balcón, incluso conozco gente que cultiva en el jardín de un amigo y ambos comparten la cosecha. Hay cultivos que no ocupan prácticamente nada, si te cabe un tetrapack en algún rincón de la casa ya puedes cultivar hojas de ensalada o cultivos de raíz. Pensar que en espacios pequeños no se puede tener un huerto es tan común, que por eso le hemos dedicado toda una lección en el curso online.
- Soy un/a mataplantas
Aiiiiii, cuantas veces lo he oído: Me encantaría tener un huerto pero no tengo mano, se me muere todo. Así que me siento obligada a confesarme contigo:
Yo era así,
No me sobrevivían las plantas que tenía en casa, NI UNA. Ni el pobre potos, ni el cactus… ninguna.
Pero ahora ya no es así, mis tomates y mis lechugas son felices, y eso es por tres motivos:
- Aprendí las necesidades de cada planta. No me cansaré de repetirlo, cada planta es diferente y merece ser tratada de forma diferente, ahora entiendo porque se me murieron el potos y el cactus, pobrecillos, los traté igual a los dos.
- Automatizo y apunto. Una vez identificadas las necesidades de cada planta, aprendes a identificar cuáles son tus flaquezas. Yo soy una persona tremendamente despistada, así que me apunto en la agenda cuando debería trasplantar los semilleros, o cuando tengo que volver a echar fertilizante, para que no se me pase. Con el riego tengo asumido que debo automatizarlo nada más incorpore una maceta nueva o un nuevo jardín vertical.
- La recompensa. La cosecha es una recompensa que te hace estar más atento a los cuidados de la planta, yo empiezo a disfrutar de las fresas de mi huerto desde el momento en que las planto, porque voy imaginando cómo las voy a cocinar o preparar. Esta emoción hace que estés más pendiente, y por tanto, la planta tiene muchas más probabilidades de sobrevivir.
Y si no crees que esta sea una barrera posible de superar. Mira lo que nos escribió María después de hacer el curso:
Para mi el cursillo ha sido toda un descubrimiento de que no soy tan torpe con las plantas. La primera que compramos mi marido y yo fue un cactus e increíblemente conseguimos cargárnoslo!!! Ahora sin embargo estoy revolucionando todo el jardín, hasta se me ha quedado pequeño!!! Tulipanes, azafrán, gladiolos, fresas, capuchinas, calendulas, frambuesas, tomates, pimientos de padrón... estoy emocionada y con unas ganas locas de que empiece la nueva temporada! Por supuesto con vuestra ayuda
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Maria B.
Así que no te pongas excusas, empieza a disfrutar de este mundillo, mete las manos en la tierra y experimenta. Deja que nosotros nos encarguemos de la parte teórica y de resolver los problemas que te puedan surgir en el proceso y tú disfruta del proceso.
Y recuerda, las inscripciones para el curso “Mi Primer Huerto Urbano” están abiertas por tiempo limitado.
¡Nos vemos dentro!
Marta
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