Entre modismos anda la cosa del trauma que nos han diseñado unos artistas de cómo mover los hilos de la conducta humana con un solo chasquido, y sin el respeto debido de preguntarnos, en vez de obligarnos a cumplir con una ristra de mandamientos inventados, por el que pronto suplicaremos que enlazados entre si se conviertan en una soga para colgar a quienes tiran de los que ya son maromas con control remoto.
- Amarás al necio de Bill "Puertas" y te someterás al dios mitológico ( o ilógico ) Soros al que le tiembla el habla y las piernas, lo que demuestra que la "pasta" no sirve para eternizarle y encastrarle en el templo de la mítica leyenda.
- No tomarás el nombre de Dios en vano, a pesar aparentemente que nos ha dejado en manos de un cortejo de endemoniados, convencidos que están por encima del género humano y su libre albedrío.
- Santificarás las fiestas en nombre de quienes todavía con recelo no se han vacunado, procurando vivir lo que te dejen o ser un proscrito a exterminar como un gusano.
- Honrarás a tu padre y a tu madre, que es como decir al vampírico Rothschild y Hillary Clinton, que defienden su estatus como lo hizo el Conde de Montecristo.
- No matarás, pues no tendrás ocasión de defenderte
- No cometerás actos impuros, ni tan siquiera para meterte ácido acetilsalicílico o la nueva lejía para estos nuevos casos de irse al otro mundo, con un rictus distinto y socarrón en los labios.
- No robarás, pues han llegado antes, como siempre, para comprobarlo simplemente.
- No darás falso testimonio ni mentirás, pues se te va a crecer el cabello plástico con culebras inofensivas pero nerviosillas cada vez que protestes, y tus pelos inexistentes sirvan de espejo a la alopecia.
La diferencia entre la moda de los pantalones campana en los años 1970 y la aparición del coronavirus con fuerza en 2019, es simplemente el tiempo empleado en la promoción de la tendencia social, que el caso de la siniestra pandemia ha sido muchísimo más rápida su extensión y "útil" para enfermar de forma canalla al mundo, algo que tampoco ha extinguido la imperiosa necesidad de hacerse notar como sea y adquirir sin importar el comentario o el hazmerreír surgido en la notoriedad de diferentes personajes públicos, por citar un ejemplo sencillo pero que no podía faltar en el desfile de los aquejados, ha sido el eterno candidato a la presidencia de Venezuela el señor Guaidó, que no ha dudado en caer postrado a la cuarentena de un Covid-19 para después salir recuperado, ileso y sin ningún dolor de cabeza, con nuevas fuerzas renovadas de entusiasmo promocionales que le facilita el eco de la breve noticia, pues está claro que todos los políticos están pasando por idéntico trance de quienes necesitan señales de apariencia para convertirse en nuevos héroes de Marvel.
Ninguno de los actores, actrices, políticos, y otros muchos profesionales caen de bruces frente a la estadística mortuoria, salvo aquellos en los que se apreciaban en su historial clínico patologías de diversa consideración y adversas ante una inmunología que ya carecía de defensas, aquellas que también hubiesen podido ocasionar a la vez un aneurisma cerebral por las preocupaciones que se acrecientan, cuando caen en el foso del olvido mediático, el fracaso personal medicado con drogas de diseño para que no se les note tanto su hundimiento, y ese foso sin final con aristas sangrantes por el que se desliza la mente cuando por etapas mórbidas se están arruinando los portentosos hombres de negocios, sin excluir a toda esa gente que sale en las televisiones de producción basura, que poca cultura y mucha ignorancia ofrecen a unos espectadores ceremoniosos con el mando a distancia, que con miedo no se atreven a estornudar para no contagiar al canario, al que muchas "yayas" ya le han hecho con ganchillo una mascarilla de hilo de algodón transparente para que pueda seguir respirando el pajarillo mientras a su dueña, ya octogenaria se la llevan en ambulancia a una residencia y de allí a la clínica para después terminar en la funeraria.
Si no nos tomamos a chunga este plato tan insípido como asqueroso de tenerlo que tragar todos los días con resúmenes de fallecidos por coronavirus, en el que también incluyen a los suicidas y a los que se dedican al feminicidio por voluntad quijotesca mal entendida, terminaremos ilotas e idiotas perdidos y dando tumbos en la cocina para desestimar la forma de finiquitarse o dudar de si saltar por el balcón o bajar a la calle en cueros, como una nueva forma de protestar, ah.. pero eso sí, llevando el bozal no vaya a ser que encima el policía municipal vecino y abducido nos ponga una multa por infracción, aquella que declina en un apartado y en letra cursiva, no hacerse cargo del reo por querer entrar en comisaria en zapatillas, pues para normativas y protocolos ya están redactadas para que nadie sepa encontrarlas y se limpien las narices con las mismas.