Ahora, todo eso ha quedado atrás y sólo perdura una verdad muy simple: la gente tiene que morir. Y esa es la tarea de los segadores. Porque en un futuro donde la humanidad controla la muerte, ¿quién decide cuándo y cómo sembrarla?
Citra y Rowan acaban de ser seleccionados como aprendices de segadores. ¿Su objetivo? Superar las pruebas de su mentor, sean las que sean.
Aunque en el proceso renuncien a todo lo que les hace humanos.
Opinión personal (sin spoilers):
Lo primero de lo que nos damos cuenta al leer su sinopsis es de que sin duda, el libro rebosa originalidad y tiene una premisa de lo más interesante. ¿Un mundo sin muertes naturales, donde los humanos son los que tienen el control sobre la muerte? Yo no necesitaba saber mucho más al respecto, con eso ya me tenía bastante ganada. Quedaba ver cómo lo plantearía el autor y como desarrollaría la historia. Sin duda, el autor lo hace de forma magistral ya que nos traslada a un mundo futurista pero factible y no solo eso, sino que se encarga de que el trasfondo de ese universo que él mismo ha creado, esa curiosidad de saber "cómo" se ha llegado a ese punto, quede bastante satisfecha.
¿Otro punto positivo? La narrativa que usa Neal en la novela nos ayuda a que comprendamos todos los aspectos posibles y nos identifiquemos al máximo con cada uno de sus personajes. La historia está contada desde el punto de vista de los dos protagonistas, Citra y Rowan, que son seleccionados por el Segador Faraday para ser sus aprendices, aunque ninguno de ellos quiere serlo realmente. Lo intercala con algunos capítulos en los que nos encontramos con partes del diario de otros segadores como la segadora Curie o el segador Goddard que también nos darán otro punto de vista no solo a la historia en si, sino al sistema y las éticas que tiene cada segador en cuanto a llevar a cabo la criba. A su vez, también encontramos sus dosis algo crudas en la narración del autor y es que no se corta mucho a la hora de explicarnos algunos métodos de ejecución o de narrarnos cómo los llevan a cabo. Además es una novela que por sus escenas y sus métodos incita mucho a la reflexión por parte del lector, sobre qué está bien, qué está mal, la compasión, la justicia o el abuso de poder entre muchos otros. Todo eso hace que sea una historia bastante completa además de amena y super super adictiva.
Si pasamos a los personajes, es verdad que tenemos a Citra y a Rowan como personajes protagonistas femenino y masculino pero a mi me gustaría destacar otro aún por encima de ellos y que me fascinó por completo que es el segador Faraday. Un personaje que al principio nos puede parecer extremadamente frío e incluso algo cruel pero que a medida que avanzan las páginas y la narración nos da la oportunidad de conocerlo, vemos que precisamente es todo menos eso. Para mi ha sido, sin duda alguna, el mejor personaje del libro. Aunque Citra y Rowan tampoco se han quedado atrás. Escogidos contra su propia voluntad precisamente por el hecho de que ninguno de los dos quiere ser segador, les veremos aprender todo lo que se necesita saber para ello y a su vez veremos como su relación entre ellos va cambiando con el paso de los capítulos.
No puedo abandonar esta reseña sin hacer mención especial a ese final que nos mantiene pegados a la silla y nos arranca el corazón a la vez. Como siempre, Neal Shusterman tiene un arte especial para los finales, para hacer sufrir a sus personajes y a su vez hacernos sufrir a nosotros, los lectores. Y ya sabéis cuánto me gusta a mi sentir y sufrir con los libros y por eso, precisamente, he disfrutado tanto de la lectura de 'Siega'. Tampoco puedo irme sin dar la enhorabuena al equipo de Nocturna por haber hecho una edición tan cuidada y maravillosa que hace que el libro sea aún mucho más especial. Creo que 'Thunderhead' es uno de los libros que espero con más ansia este año y espero sinceramente, que el final sea digno de ser recordado.
Una primera parte de bilogía que, sin duda alguna, ha sido inmejorable e inigualable. Adictiva, que invita a la reflexión y con unos personajes y un universo maravilloso. Neal Shusterman como siempre no decepciona, así que si aún no lo habéis leído, no sé a qué estáis esperando para hacerlo.