Hoy Santi ya no está, ya no ríe, ya no juega, ya no grita de felicidad ni hace ninguna de sus trastadas. Deja muchos corazones desolados y una sensación tremenda de amargura, porque si cualquier muerte es triste, aún lo es más la de un niño que no ha llegado a cumplir cinco años.
El único consuelo y certeza que queda a los que seguimos sin él es que fue un niño inmensamente amado y querido, un niño feliz con una sonrisa siempre en los labios y capaz de disfrutar de las cosas más sencillas que nos regala la vida.
Siempre te llevaremos en el corazón Santiago.