“Para comprender la naturaleza de la guerra actual —pues, a pesar del reagrupamiento que ocurre cada pocos años, siempre es la misma guerra— hay que darse cuenta en primer lugar de que esta guerra no puede ser decisiva”.
“1984”, George Orwell
Cuando Barack Obama se postuló a la presidencia por primera vez, se presentó como el candidato opositor a la guerra. Ahora, cerca del fin de su segundo mandato, las dos guerras que George W. Bush inició y Obama continuó han retomado envión y se está librando una tercera guerra en Siria. Las fuerzas armadas estadounidenses están en todas partes del mundo, lanzando ataques con aviones no tripulados en Yemen y Somalia e intensificando así la conflagración mundial. Estados Unidos está en un estado de guerra permanente.
La crisis de la guerra y las millones de personas que huyen de ese infierno ha alcanzado niveles históricos, como no ocurría desde la Segunda Guerra Mundial, y dio lugar a que las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja emitieran lo que denominaron una “advertencia conjunta sin precedentes” para que los Estados pongan fin a las guerras, respeten el derecho internacional y ayuden a los 60 millones de refugiados que quedaron sin hogar como consecuencia de los conflictos recientes.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo: “La persistente violencia es una clara señal de que se necesita urgentemente una solución política al conflicto en Siria. El combate debe terminar ahora. No existe una solución militar para la crisis en Siria ni para ningún conflicto en otra parte del mundo. De Afganistán a la República Centroafricana, de Ucrania a Yemen, los combatientes y quienes los controlan están violando las reglas más básicas de la humanidad”.
El Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, añadió: “Cuando se ignoran las leyes y los principios humanitarios, cuando las agendas políticas son más importantes que las necesidades humanitarias, cuando se niega el acceso a los heridos y los enfermos, y cuando la preocupación por la seguridad hace que se suspendan las operaciones, las personas son abandonadas, la noción de protección pierde su significado y la humanidad es pisoteada. Solicitamos a los Estados que reafirmen nuestra humanidad compartida mediante medidas concretas y cumplan con su responsabilidad de respetar y asegurar el respeto del derecho internacional humanitario”.
El pedido conjunto de estos líderes fue lanzado poco después de que el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Ash Carter, anunciara que las fuerzas armadas de Estados Unidos intervendrían de manera directa en Irak y Siria. En una reunión informativa, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Josh Earnest, confirmó el envío de soldados a Siria. Earnest declaró: “El Presidente adoptó la decisión de intensificar el apoyo al ofrecer el envío de un pequeño número de personal militar estadounidense de operaciones especiales para asesorar y asistir sobre el terreno a quienes luchan contra el ISIS”.
El conflicto en Siria ha pasado a tener múltiples actores internos y un número creciente de participantes externos, que libran guerras en nombre de otros con intereses contrapuestos. Estados Unidos y Rusia son algunos de esos actores, al igual que Irán y las milicias chiíes que controla, así como también sus aliados de Hezbolá. Las milicias kurdas, que cuentan con el apoyo de Estados Unidos, están siendo atacadas por Turquía, un aliado de Estados Unidos. El autodenominado Estado Islámico (ISIS) está combatiendo contra el Gobierno de Assad, pero también está luchando contra grupos vinculados con al Qaeda, como el Grupo Jorasán y el Frente al Nusra.
Andrew Bacevich, coronel retirado, catedrático de la Universidad de Boston y veterano de la Guerra de Vietnam, afirmó en el programa de noticias de Democracy Now!: “Únicamente al evaluar la dimensión total de nuestro fracaso militar en la región podremos entender el imperativo de comenzar a pensar de manera diferente nuestra política con respecto a esa región” . Andrew Bacevich añadió: “La alternativa, en mi opinión, es reconocer que hay algunas guerras que no se pueden ganar y no deberían pelearse. La posibilidad de una solución al problema debe surgir de opciones no militares”. Al igual que Bacevich, su hijo era oficial del Ejército. Murió combatiendo en Irak en 2007.
Poner fin a esta guerra cada vez más extendida es responsabilidad de todos. Cuando en 2001 el Gobierno de Bush solicitó la aprobación del Congreso para atacar Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre, solamente un miembro del Congreso votó en contra: la representante de California Barbara Lee. “El 11 de septiembre cambió el mundo. Ahora nos acechan nuestros temores más profundos. Sin embargo, estoy convencida de que la acción militar no evitará otros actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos”. Así habló Barbara Lee en su intervención de dos minutos ante la Cámara de Representantes. “Como dijo de manera muy elocuente un miembro del clero: ‘Al actuar, no nos convirtamos en el mal que deploramos’”.
Es mucho más difícil hacer la paz que la guerra.
Amy Goodman y Denis Moynihan