Siempre hemos vivido en el castillo
Autora: Shirley Jackson
Editorial: Minúscula
ISBN: 9788495587893
Páginas: 224
Sinopsis
«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.» Con estas palabras se presenta Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran toda la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás.
Reseña de Mustis
Siempre hemos vivido en el castillo me ha encantado aunque no ha sido lo que yo esperaba. Creía que iba a encontrarme con una historia gótica de fantasmas en un castillo ruinoso, y me encontré algo totalmente distinto aunque igual de atrayente: una historia en la que ni la magia ni los espíritus tienen cabida, pero que tal vez por eso, por lo real que es, resulta mucho más agobiante y desasosegante.
Merricat Blackwood, la protagonista, es un personaje muy potente, construido de tal manera que permanecerá durante mucho tiempo en mi memoria. Merricat es una chica difícil, que mezcla la dulzura con la crueldad, la inocencia con la dureza, en una combinación tan explosiva que nos mantiene en vilo durante todo el libro aunque las cosas no sucedan muy rápidamente. Merricat, además, es la narradora de la historia, por lo que todo lo que sucede lo conocemos a través de lo que ella nos cuenta, lo cual hace que todo sea mucho más interesante al pasar por el filtro de su mente enferma. En las primeras líneas de la novela Merricat se nos presenta de una forma maravillosa, en la que ya intuimos una personalidad muy compleja.
Merricat vive en una gran casa alejada del pueblo con su hermana mayor Constance y su tío Julian. El resto de sus familiares (sus padres, su hermano pequeño y su tía) murieron envenenados con la cena seis años atrás. Constance fue juzgada por estos hechos y absuelta por falta de pruebas. El tío Julian sobrevivió al envenenamiento y ahora, con la poca salud que le queda, lo único que quiere es reunir toda la información sobre el macabro suceso.
A pesar de todo esto, la familia Blackwood aparenta una total normalidad a los ojos de Merricat, si no fuera porque nosotros, desde el exterior, enseguida nos damos cuenta de que esa normalidad no es tal. Merricat necesita unas rutinas para sentirse segura: sólo visita el pueblo dos veces por semana para hacer la compra, no se relaciona con nadie aparte de su familia, y todas sus actividades están planeadas de antemano. Asímismo, su hermana Constance jamás sale de su casa y se dedica a cocinar, a limpiar y a cuidar de su familia sin emitir ninguna queja. El amor incondicional entre Constance y Merricat es algo que, como lectores, no podemos entender, ya que una de ellas ha sido la envenenadora de toda la familia tiempo atrás.
Shirley Jackson
Cuando las rutinas de Merricat se rompen con la llegada inesperada de un familiar es cuando todo se desencadena, y a partir de aquí se producen una serie de hechos que a mí me dieron mucho que pensar: ¿está más enferma la mente de Merricat o la de los habitantes del pueblo en un momento muy importante de la acción? ¿Por qué la gente ya odiaba a los Blackwood desde mucho antes de los envenenamientos?
No se puede contar mucho más sobre este libro, tenéis que ser vosotros los que descubráis a Merricat y a Constance, los que las sigáis en esta historia hasta su final, un final que para vosotros seguro que es impensable, pero para ellas acaba siendo el mejor que podían esperar para ser, por fin, felices. Para mí se me ha hecho ya indispensable conseguir otras obras de Shirley Jackson, porque se me ha revelado como una escritora que recrea personajes y ambientes de forma increíble: es muy difícil conseguir que esa atmósfera opresora del libro se mantenga a lo largo de todas sus páginas sin perder ni un mínimo de intensidad. Creedme, Siempre hemos vivido en el castillo es de esos libros que se quedarán con vosotros mucho, pero que mucho tiempo.
Nuestra propuesta para acompañar tu lectura: "A las nueve cada noche", de Jack Clayton (1964)