Siempre me ha gustado viajar, y si no lo he hecho más a menudo ha sido en mi época de estudiante por falta de dinero y luego cuando ya estaba trabajando por falta de tiempo. Aún así, siempre que hemos podido nos hemos hecho un viajecito. Con viajar me refiero a ir a conocer sitios, a movernos de un lugar para otro y patear calles. Lo que nunca me ha gustado mucho ha sido el turismo de playa, con una excepción, Canarias, pero porque allí tampoco pisábamos mucho la playa y nos dedicábamos a conocer las islas. Así que cuando teníamos unos días libres y dinero para ello nos íbamos a conocer algún lugar, tampoco tenía que ser muy lejos, ni en otro país ni continente, que en España hay lugares muy bonitos. Además si viajas fuera de temporada tampoco es tan caro y te puedes montar un viaje por no mucho dinero o por lo menos no tan caro como si lo haces en pleno mes de Agosto.
Sabía que cuando tuviera hijos todo eso iba a cambiar, como así ha sido. Lo primero porque a un niño no le puedes tener todo el día de aquí para allá, metido en un coche, ahora vamos a ver este pueblo, ahora nos metemos en este museo, ahora nos estamos una hora para encontrar un sitio para comer…. y lo segundo porque evidentemente con un niño los gastos son mucho más y el presupuesto familiar ya no da para tanto, aunque espero que un día si que lo de.
Así que el viajar es una de esas que cosas que me encantan y que la maternidad ha dejado relegadas a un segundo plano, pero que retomare con ganas en cuanto tenga la ocasión aunque creo que será dentro de un tiempo largo.
Por suerte, mis padres tienen una casa en la playa, por lo que aunque me sigue sin gustar mucho la playa, no nos quedamos sin vacaciones, ahora más acordes al niño al que le vuelve loco el mar y la arena.