Siempre nos quedará nunca jamás (final, gran hermano 16)

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE

Antes de nada, que conste que este texto lo estoy escribiendo por el respeto que me  merecen y se merecen mis lectores, porque mi estado de ánimo no mi induce a hablar hoy sobre lo ocurrido ayer, pero ya que me comprometí, “motu proprio”, a hacer resúmenes de las galas de esta edición de Gran Hermano 16, cumpliré con ello hasta el final. Hoy no hay nada de resumen, tampoco merecería la pena de una gala diseñadapara ensalzar a la ganadora, Sofía, y hundir, más, al segundo, Aritz.

Estoy triste. No, no me malinterpreten. No estoy triste porque no haya ganado Aritz, que tras lo ocurrido con Belén Esteban, tanto en el concurso de baile, como en Gran Hermano V.I.P., uno, este vecino del mundo, ya debería de estar vacunado.
Podría volver a decir los argumentos que esgrimí cuando salvaron a La Esteban, con una carta abierta al mismísimo Señor Vasile, y que me consta que al menos fue abierta, y se supone que leída (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/02/carta-abierta-al-senor-vasile-desde-la.html), o el post tras su proclamación como ganadora (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/03/belen-esteban-lucroniense-adoptiva-o.html), pero si en su momento creí que había que dar una oportunidad al cambio, y por eso volví, pese a lo dicho en un primer momento, a ver el programa, un concurso que siempre me ha gustado, en su formato primitivo, que ya nada tiene que ver con aquel, y de que quizás, fuera del caso Esteban, un poco de cordura fresca sería posible, he vuelto a comprobar, no que el espectador es soberano, como no se cansan de repetir desde la Cadena  Alegre, sino que es altamente manipulable, por las voces/opiniones que se lanzan desde la misma.
Hoy estoy triste, porque este vecino del mundo ha comprobado una vez más que tenemos la España que nos merecemos, incluso desde el punto de vista político, porque todo está relacionado, y porque nos creemos todo.
¿Os imagináis un futuro país al mando de gerifaltes como los patrones que se lanzan desde el programa? Juventud, todo sonrisas y proclive a la puñalada trapera y al dinero fácil, esgrimiendo razones como “voy con la verdad por delante”, o es que “todavía soy muy joven”. A madres, seguimos imaginando por lo visto y oído en este concurso, que se acuestan con los novios/ligues de sus hijas, mientras les aconsejan que echen un polvo con Diestro y Siniestro, y si hace falta con los dos a la vez, en un ménage à trois, porque la vida es un concurso y siempre se rentabilizará.

Estoy triste, porque nunca, es mi entender, nunca un segundo puesto tiene que tener una mejor entrevista que un primero, pero claro la ganadora es más de vistas, las suyas, que de cultura general, y que no me vengan con que está estudiando una carrera, por ahora se sabe que está apuntada en una carrera.

¿Alguien se ha tomado la molestia en entrar en el blog “El tipo del sombrero”? Encontraréis a alguien interesante, que por cierto, y por las fechas, era un joven/un hombre que tenía por entonces 22 años, y que apuntaba mejores maneras que otros que ahora tienen esa misma edad, y a los que hay que perdonar porque son jóvenes.
Se premia a unas personas que han dicho durante el concurso que otra concursante, con 29 años, ya es vieja, y se ríen de ella. Y creyendo que Suso era su novio, se lo intentó quitar, porque a ella le pone quitar el novio a las demás, y no lo ha dicho este vecino, sino la ganadora durante el programa.


Ella, Sofía, la ganadora, ha vendido un perfil de joven enamoradiza, pero en realidad, a ojos de este vecino, es la versión femenina de Suso, solo se quiere ella, y se exhibe delante de los malos malotes para reafirmarse lo buena que está, y conseguir una muesca más en su currículum, o en sus caderas, que uno ya no sabe.

Este vecino está triste porque el “super”, se supone que en nombre del programa, ha felicitado sólo a la ganadora, en realidad a su ADN que le ha hecho así, mientras un concursante, Aritz, que se ha mostrado realmente como es, y se nos ha desnudado por dentro y por fuera, sin edredón que lo cubriera, se ha tenido que ir, lo han mandado, por una segunda puerta, pequeña, muy pequeña, llena de reproches y dudas.

Estoy triste porque al formato del programa lo han forzado de tal manera que ya no lo reconoce  ni los padres que lo parieron. Eso sí, he de reconocer que sigue siendo un experimento sociológico, pero ahora no para los que entran en el concurso, sino para los que lo ven, soportan, y son sangrados en sus bolsillos, en la creencia de que son libres para decidir y votar.
Estoy triste por una periodista, Doña Mercedes Milá, que en su momento fue santo y seña de la modernez más moderna del periodismo y opinión libre, y ahora manipula mientras es manipulada, y con una zanahoria por delante, que son los programas de investigación que de vez en cuando hace, y que ha sido incapaz, de que en el binomio Aritz/Han, se diera cuenta de que el que manipulaba verdaderamente era el segundo, pero se revestía de delicadeza, amor y lágrimas. Han siempre fue a por el maletín, y a cargarse al que él consideraba su peor contrincante, y por eso llenaba de dudas a los demás cada vez que hablaba de su “marido”.
Ayer, no como cuando ganó Belén Esteban, me creí en seguida el “dictamen” de la audiencia, eso sí, inmediatamente una sonrisa apareció en mi rostro al pensar que seguro, seguro, el ilustre notario sería el mismo que cuando ganó la del barrio de San Blas.
Podría decir muchas cosas más, pero  para qué, porque en realidad entraría en el juego  de una cadena que no les importa que se hable mal de ellos, con tal de que se hable.
He de confesar una cosa, me estoy convirtiendo, haciendo el camino pero al revés, en Peter Pan, y me voy al País de Nunca Jamás, ustedes ya me entienden. Porque al final, como en Casablanca ocurría con París, siempre nos quedará Nunca Jamás.

Estoy triste porque ya no hay un lugar para la esperanza, y es que la esperanza ni tiene versión 3.0, ni wi-fi, ni bluetooth, ni viven en ella malotes, canallas, ni poligoneras.
Hoy, quizás, por primera y espero que única vez, se podrá decir que no estoy buscando el ser justo, lo reconozco desde un primer momento, la vida tampoco lo es. A cambio, no me he dejado nada en la recamara.*FOTO: DE LA RED