Existen personas, como el famoso Dr. Leonard Hofstadter de la serie “The Big Bang Theory”, que no pueden consumir productos lácteos o sus derivados porque son intolerantes a la lactosa. Pero, ¿es esta una condición actual de los seres humanos o la padecían ya nuestros ancestros?
El tracto digestivo de Leonard
Dr. Leonard Hofstadter de “The Big Bang Theory”. Créditos: Calixto Flickr
Cuando Leonard toma leche, no puede digerirla porque su intestino delgado no produce suficiente cantidad de enzima lactasa, necesaria para degradar el principal azúcar que la compone, la lactosa.
Lactosa y lactasa
La lactosa es un disacárido, formado por glucosa y galactosa, que se encuentra presente en las leches de vaca, cabra, oveja y también en la leche materna. Para degradarla es necesario contar, en la mucosa del intestino humano, con la ayuda de la enzima lactasa. Esta la corta en sus dos subunidades, las cuales son rápidamente absorbidas por las paredes intestinales y pasan al torrente sanguíneo.
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Intolerancia a la lactosa
Figura adaptada de Saudeter.com
Si la lactosa no es bien digerida en el intestino delgado, pasa al intestino grueso donde la flora allí presente la transforma en gases (metano, dióxido de carbono e hidrógeno) y ácidos grasos de cadena corta que producen hinchazón abdominal, flatulencia y diarrea, entre otros síntomas.
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Figura adaptada de Saudeter.com
El gen LCT y la lactasa
En los mamíferos la actividad de la lactasa es máxima en el nacimiento y va decreciendo hacia el destete; en cambio, un grupo de seres humanos son capaces de seguir digiriendo la lactosa en su vida adulta y a esta condición se la conoce como “persistencia de la lactasa”.
La lactasa, en humanos, se produce por la acción del gen LCT que se encuentra en el brazo largo del cromosoma 2. Su secuenciación demostró que existen dos variantes asociadas con la intolerancia a la lactosa. Esta situación es común en el 90% de la población asiática y en el 60-70% de los afroamericanos. Sin embargo, este porcentaje es mucho menor entre la población europea o que tiene ancestros europeos, quienes siguen produciendo la enzima en su adultez, debido a una mutación que asegura su persistencia.
Mapa del cromosoma 2. La flecha indica la localización del gen de la Lactasa “LCT”. Créditos: National Library of Medicine
Lactosa, lactasa y nuestros ancestros
Según un estudio publicado recientemente, parece que el caso de Leonard era normal para los habitantes de la Península Ibérica durante la Edad de Bronce. El análisis de ADN proveniente de huesos de casi cuatro mil años de antigüedad demostró que esos humanos no tenían en su genoma la mutación para la persistencia de la lactasa, es decir que naturalmente eran intolerantes.
La escasez de cosechas los obligó a ampliar el espectro de alimentos consumidos y entre ellos incluyeron la leche. De esta manera, la selección natural fue favoreciendo a los individuos que podían tolerarla y perjudicando a los intolerantes que sufrieron fuertes episodios de diarrea e incluso la muerte.
Debido a que la tolerancia a la lactosa otorgaba a sus portadores una ventaja adaptativa, se extendió rápidamente desde la Península Ibérica hacia el norte de Europa, aunque se sospecha que situaciones similares ocurrieron en otras partes del planeta.
Bibliografía y fuentes consultadas:
-Direct estimates of natural selection in Iberia indicate calcium absorption was not the only driver of lactase persistence in Europe. Molecular Biology and Evolution, January 21, 2014.
-Adaptación genética de las poblaciones e intolerancia a los alimentos: lactosa, gluten, alcohol. Revista de Nutrición Práctica nº15.