Viendo el futuro desde una cámara.
Si dijera que no sé qué fue primero, si el cine o la política, mentiría, porque la incontestable Historia me caería encima como una losa de mil kilos, pero creo no equivocarme si afirmo que si le doy a elegir a Araphant entre ambas ¿actividades? lo pondría en un brete (ahora va y me espeta en su interior ‘pero qué diiiiiiiiisseeeeess, Naima…, cómo osas afirmar tal disparate…’). En realidad, lo que tendría que haber dicho es que se lo pondría muy difícil si le diera a elegir entre la paella y Star Wars. ¿A que ahora la hemos cagao?
Bien, pues después de esta chorrada de introducción, les diré que Juan Pablo Alemán, que es como dice su DNI que se llama, es un tipo que me alucina, entre otras cuestiones, confesables todas, por su capacidad de estar completamente enganchado a la actualidad de este nuestro país viviendo a más de 6.000 kilómetros de distancia.
Súper colega de pablobarber, este joven nació en Tenerife “un mes y cinco días después del estreno de Star Wars episodio IV“, nos aclara. Con que ese 1977 y todos los estrenos cinematográficos que coincidieron ese año -“Annie Hall, Encuentros en la tercera fase o Ese oscuro objeto del deseo“- lo dejaron marcado de por vida: por sus venas no corre sangre, sino rollos de celuloide.
Hace unas semanas le pedí una breve bio para nutrir esta serie y claro, quién soy yo para manipular su texto. Me contó esto…
Mi madre decidió ponerme un nombre compuesto que, un año después, cierto papa (el II, apunto, por si alguien se ha perdido) optó por hacer mundialmente famoso, robándome todo el protagonismo. Con el tiempo lo superé; al fin y a cabo, nadie en su sano juicio me llamaría José Pedro. Años pasaron y a golpes fui madurando…
En este punto imaginen que suenan violines súper románticos… son fundamentales para seguir leyendo.
… y cada año eran menos los sueños que me hacían vivir hasta que conocí a la que hoy es mi mujer: periodista por pasión, profesora por profesión y escritora con personalidad múltiple, con la que me escapé al otro lado del mundo, porque nos aburríamos en este. Atrás dejé once años de trabajo en televisiones de mala muerte a cambio de aventuras cerca de las Cataratas del Paraíso.Hoy sobrevivo como soldado de fortuna observando el mundo a través de un visor y gasto mi tiempo libre entre películas, series y este blog, Siempre[en]medio, en el que escribo desde hace ya la friolera de cinco años.
Ahora viene lo de su obsesión por estar al tanto de la actualidad política… lean, lean…
Y por si eso fuera poco, además discuto sobre política con trolls de las redes sociales -creo que es el único deporte de riesgo que me divierte- y forma parte de la asociación de usuarios de Twitter bloqueados por Hermann Tertsch. Mi sueño es que algún día no necesitemos políticos que nos dirijan ni merezcamos gobiernos que nos vigilen. Mientras eso llega, leo a los sociólogos Zygmunt Bauman y Manuel Castells, intentando comprender mejor el mundo en el que vivo y la gente que me rodea.
Crítico feroz de las croquetas de Carlos Padilla, de las que dice “hombrepordios, déjate de mariconadas de presentaciones ñoñas y haz un plato de croquetas con fundamento”, comenta en redes antes que cualquier tinerfeño la final de murgas del Carnaval, el nuevo proyecto del Cabildo o las intervenciones de algunos políticos del Congreso, y eso que vive con una diferencia de unas cinco horas con respecto a Canarias. ¿Cómo lo hace? ¡Misterios de la ciencia!