Siempre[en]medio al desnudo (VIII): Bynzelman, ciencia folclórica o folclore científico

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Nzelman, by Kerp Photography.

Ella se presenta así, con cara de buenecita (foto de la izquierda). Quien no conozca a Bynzelman, Nzelman, ‘la Zelman’ o Natalia Ruiz Zelmanovitch, según su DNI, podría pensar al ver su imagen que es una profesional de cualquier rama, tal vez alguna vinculada con las artes -y no iría desencaminado-, quizá una divulgadora -templado, templado-, a lo mejor periodista -caliente, caliente-. Sin duda, la curiosidad de su mirada orienta bastante al lector.

Dice que le da “pereza” hablar de sí misma (bahhhhh), porque mira hacia atrás y ve que “ya son más de cuarenta castañas” a sus espaldas (buhhhhhhh), pero sí acierta cuando dice que se siente “estupendamente”. La Zelman derrocha optimismo y pasión por los cuatro costados. Y encima tiene sangre andaluza, con lo que lleva en sus genes la gracia incorporada. ¡Qué suerte tiene esta chiquilla!

No hay día en que hayamos compartido un rato en que no acabe bebiéndome las lágrimas. A esto pónganle el cuño, lo garantizo. Se hizo un poquito de rogar para participar en esta serie siempremediera, pero seguro que no fue por desinterés, sino por falta de tiempo. Le da a todo. No para. Entre los aspectos que destaca de su bio, empieza reinvindicativa y con principios:

En la vida profesional hay dos momentos clave: el momento en el que aprendes a decir “No”, y el momento en el que decides cuándo, pese a estar en la lista del “No”, vas a decir que sí. Yo no tardé nada en aprender a decir que “No”. Mi padre me enseñó que trabajar implica cobrar, implica dignidad y respeto por una profesión. Así que nunca, jamás, acepté trabajar sin contrato. Lo de los salarios ya es otra cosa, que de todo he visto. Pero siempre me las he apañado. Durante la carrera, para añadir algunas perras a la beca, trabajé en bares, restaurantes y hoteles. También presenté eventos y festivales (como Jazz en la Costa) y, una vez acabados mis estudios, empecé a currar en la tele y la radio de mi pueblo (Almuñécar). Ahí aprendí mucho y muy rápido… Pero mi formación y algo de suerte me hicieron acabar en el mundo de la comunicación científica en la isla de Tenerife.

La Zelman, folclore científico o ciencia folclórica en su máxima expresión.

Yo pensé que conocía a Natalia, una chica simpática, alegre, profesional, hasta que vi ESTO, OLE TU CHOCHO MORENO. Les recomiendo que vean este vídeo, desde ese momento comprendí la importancia de amar lo que uno hace y de echarle humor, así cuente lo que cuenta, que yo no lo entiendo muchas veces, no porque lo haga mal, qué va, sino porque hablamos de temas mayores y yo soy una simple chica de letras.

Por eso cuando le pedí una foto y me envió la que encabeza este post, pensé que sí, que estaba muy bien, mu mona ella, pero que la auténtica Zelman es la que aparece justo encima de estas líneas. Ella prosigue así su relato:

Nada más empezar a contar la ciencia, me di cuenta del privilegio, del honor y, sobre todo, del placer que suponía transmitir conocimiento. No puedo imaginarme nada más bello. La astronomía ha rodeado mi vida de aventura, de descubrimiento, de personas apasionadas y peculiares desde que comencé en esto con el Gran Telescopio Canarias y, más tarde, en el Centro de Astrobiología y en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid, donde trabajo ahora. La comunicación me ha dado el gusto de escribir con la familia de Siempreenmedio, de dirigir algún vídeo sobre este mundillo y de hacer radio en varios sitios. La fantasía me ha dejado escribir cuentos en cuentofilia.com, a veces de ciencia y a veces no. La divulgación me ha subido a los escenarios a contar cosas utilizando las herramientas que adquirí en la Escuela de Actores de Canarias, a ser Henrietta Leavitt en el videoblog del Instituto de Astrofísica de Andalucía, e incluso me he atrevido a cantarle copla a la astronomía acompañada del gran Manuel González. Alguna vez me han preguntado cuál es el secreto (me hace gracia, como si yo fuese alguien “consumado”, ¡ni que tuviera ochenta años!). No hay secretos: solo es esfuerzo, aprendizaje constante, trabajo y algo de suerte. Y, por supuesto, que te guste lo que haces.

Yo trato de imaginarme la agenda de esta chica y la veo con todas las horas del día ocupadas, como la de una ministra, pero la tipa saca tiempo para tomarse una cañita con los amigos, ahora que no la tenemos por Tenerife sino de vez en cuando.

En fin, que la Zelman es, en definitiva, el ejemplo de profesional que ha conseguido dedicarse a lo que le apasiona y encima le pagan por ello. ¡Qué suerte, maja!😉