Siete consejos para estimular la inteligencia emocional de tu hijo

Por Manuelgross

Las 9 inteligencias de tu hijo 

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Hace algunos años se pensaba que sólo eran inteligentes quienes sacaban buenas calificaciones. Cualidades como la facilidad para relacionarse con los demás o los deportes, eran consideradas una característica de la personalidad y no una aptitud que podía ser medida como inteligencia.

En 1983, el psicólogo estadounidense, Howard Gardner, amplió el concepto de la inteligencia al decir que no es algo innato, sino que se desarrolla con la edad y consiste en la capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos para la cultura. De esta manera, Gardner estaba quitando la etiqueta de inteligentes sólo a los “intelectuales” y estaba dando cabida a una serie de talentos que antes no habían sido reconocidos.

Cuando 9 es mejor que 10

Con base en sus observaciones, el psicólogo Howard Gardner  formuló el término “inteligencias múltiples”, clasificándolas de la siguiente manera.

1. Inteligencia lógica – matemática: Habilidad para resolver problemas de lógica y de matemáticas. Quienes pertenecen a este grupo hacen uso del hemisferio lógico del cerebro (izquierdo) y pueden dedicarse a las ciencias exactas.

2. Inteligencia lingüística: En general se utilizan ambos hemisferios del cerebro y es la que caracteriza a los escritores y todos los que se dedican a los medios impresos.

3. Inteligencia espacial: La tienen los que pueden hacer un modelo mental del mundo en tres dimensiones o un fragmento de él, según la situación. Esta inteligencia la comparten oficios tan diversos como la ingeniería, la cirugía, la escultura...

4. Inteligencia musical: Conocida comúnmente como “buen oído”, es el talento que tienen los músicos, los cantantes y los bailarines.

5. Inteligencia corporal – kinestésica: Es la capacidad de utilizar el cuerpo para resolver problemas o realizar actividades. En este campo están los deportistas, los cirujanos y los bailarines.

6. Inteligencia naturalista: Es la que se emplea cuando se observa y estudia la naturaleza. Los biólogos y herbolarios son quienes más la han desarrollado.

7. Inteligencia intrapersonal: Está relacionada con la inteligencia emocional. Permite formar una imagen veraz y precisa de nosotros mismos; poder entender nuestras necesidades y características, así como nuestras cualidades y defectos sin maximizarlos o minimizarlos. Esta inteligencia es funcional para cualquier área de nuestra vida.

8. Inteligencia interpersonal: Se basa en la capacidad de manejar relaciones humanas y la empatía con la que nos “ponemos los zapatos del otro” y reconocemos sus motivaciones, razones y emociones. La mayoría de las actividades que se realizan en la vida dependen de la inteligencia interpersonal, ya que están formadas por grupos humanos en los que debemos relacionarnos.

9. Inteligencia transpersonal: Gardner consideró adherir este tipo de inteligencia a su listado. Básicamente consisten en la capacidad para cuestionarse la existencia, la vida e incluso la muerte.

Todos tenemos los diferentes tipos de inteligencia, pero desarrollamos más unas que otras dependiendo de factores como la educación, la familia y el entorno.

Y las más importante es…

Muchos psicólogos consideran que las inteligencias intrapersonal, interpersonal y transpersonal integran la inteligencia emocional. Aunque parezca que la inteligencia emocional es poco importante, se ha demostrado que el 85% de nuestras decisiones las tomamos de acuerdo a cómo nos sentimos.

Las emociones son un sistema de alarma que nos informa sobre qué nos gusta o qué funciona mal a nuestro alrededor con la finalidad de realizar cambios en nuestras vidas. Saber manejar las emociones también tiene relación con la seguridad que debe estar presente en situaciones como un examen o una entrevista en las que los nervios pueden “borrar de nuestra mente” todo lo que sabemos.

Cómo estimular la inteligencia emocional

La inteligencia emocional se transmite de padres a hijos a través del ejemplo y la imitación de actitudes emocionales positivas. Los padres que manifiestan la ternura y el amor producen efectos muy positivos en sus hijos.  Para estimular la inteligencia emocional sigues estos tips.

1. Acarícialo y demuéstrale tu amor.

El contacto físico y el visual son indispensable para el desarrollo de la inteligencia emocional; demostrarle amor por medio de ellos, lo ayudará a ser emocionalmente sano, así que aprovecha cualquier momento –darle de comer, hablarle, jugar- para hacerlo.

2. Ayúdalo a reconocer y expresar sus emociones.

Un aspecto importante es que le enseñes a tu hijo a etiquetar las emociones y sentimiento, pero no a las personas. Recuerda que los berrinches se producen porque tu hijo no sabe manejar sus emociones.

3. Enséñalo a tomar decisiones por sí mismo.

La independencia es una de las bases de la inteligencia emocional y sólo puede lograrse si el niño aprende a tomar decisiones por sí mismo. Parte de esa independencia es que el niño aprenda a hacerse responsable de sus propias emociones y de su propia felicidad, sin tener que depender de otros para sentirse bien.

4. Valida sus sentimientos.

Si estás enseñándole a identificarlos, no le niegues tenerlos. Si dice que está enojado, en lugar de decirle que no debe estar así o que no es cierto, pregúntale por qué, de ese modo estás ayudándolo a manejarlos y no a reprimirlos.

5. Disciplina con amor.

Enséñale los límites de la disciplina por medio de acuerdos entre todos los miembros de la familia; de esta forma comenzará a entender que las relaciones sociales (de cualquier tipo) se basan en e respeto y que no será sencillo para él adaptarse a cualquier situación social si no cumple ciertas reglas de convivencia.

6. Reconoce sus logros.

Hazle saber siempre que es una persona capaz e inteligente, evitando magnificar sus acciones, pues puedes hacer que, cuando se equivoque, tenga poca tolerancia o resistencia al fracaso. Enséñalo a motivarse cuando algo sale mal y a superar los sentimientos negativos como la ira o el rencor.

7. Ámalo sin sobreprotegerlo.

El cariño debe fomentar el deseo de tu hijo de experimentar. El mensaje implícito en la sobreprotección es “tú no puedes, tengo que hacerlo yo por ti”, lo cual deteriora su confianza y produce inseguridad en sí mismo.

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Fuente: bbmundo  

Imagen: Father with child