SIETE ESTRATEGIAS PARA ALCANZAR RIQUEZA Y FELICIDAD JIM ROHN | pdf

Publicado el 30 diciembre 2018 por Misterdilan

EL DÍA EN QUE CAMBIÓ EL RUMBO DE MI VIDA

Poco después de cumplir veinticinco años me encontré un día con un hombre llamado Earl Shoaff. En aquellos momentos no podía imaginarme lo que tal acontecimiento iba a significar para mi futuro. Hasta entonces mi vida había sido tan anodina como la de esa gran mayoría de personas que arrastran una existencia gris sin éxito ni felicidad. Mi infancia y juventud fueron maravillosas, y fui creciendo en los encantadores parajes plagados de pueblitos donde se desparraman las granjas de¡ suroeste de Idaho, a unos pasos de las riberas de¡ Snake River.

Cuando salí del hogar confiaba plenamente en conseguir el "sueño americano". Sin embargo, las cosas no se desarrollaron completamente como yo suponía. Después de terminar el bachillerato pasé a la universidad, pero al finalizar el primer año decidí que ya había aprendido lo suficiente, y lo dejé. Éste fue un gran error, uno de los mayores de entre los muchos que cometí en aquellos años mozos. Pero entonces, yo estaba impaciente por trabajar y ganar dinero, imaginándome que no sería difícil encontrar trabajo, lo que resultó ser completamente cierto. Conseguir un empleo era bastante sencillo (todavía me faltaba comprender la diferencia que existe entre ganarse la vida y vivir la vida).

Poco después de empezar a trabajar me casé; y como todo marido típico, hice a mi esposa un montón de promesas sobre el maravilloso futuro que nos aguardaba "a ciencia cierta" a la vuelta de la esquina; después de todo, yo tenía ambición, deseaba el éxito con toda mi juvenil sinceridad y trabajaba mucho. ¡El éxito estaba asegurado! Al menos, eso pensaba yo... Cuando cumplí los veinticinco años, llevaba trabajando más de seis, y quise hacer un balance de mis progresos. En mi corazón albergaba la inquietante sospecha de que las cosas no iban del todo bien.

Mi salario semanal ascendía a cincuenta y seis dólares. Con eso no cubría mis grandes promesas, ni tampoco la serie de facturas que se iban acumulando sobre nuestra raquítica mesa de cocina. Para entonces ya era padre y me sentía amarrado por las responsabilidades cada vez mayores de una familia siempre en crecimiento, pero lo más preocupante fue caer en la cuenta de que gradualmente me había conformado con aceptar pasivamente mi poca fortuna. En un momento de total sinceridad tuve que reconocer que, en lugar de hacer progresos, cada día que pasaba mi situación financiera era más endeble.

Veía, con toda claridad la urgencia de cambiar algo en mi vida... pero ¿cómo? Es posible que trabajar mucho no sea la panacea, pensaba interiormente. Esta revelación me sorprendió fuertemente porque había sido educado en la creencia de que la recompensa se concede sólo a aquellos que se ganan el pan con el sudor de su frente. Sin embargo, estaba tan claro como la luz del día, que, a pesar de trabajar muchísimo, llevaba camino de llegar a los sesenta años en la misma situación de otras muchas personas que veía a mi alrededor arruinados y necesitados de ayuda. La idea me aterró. No quería aceptar un futuro tan negro; no podía aceptarlo al menos en este país, la nación más rica de la Tierra. Aun así, tenía muchas preguntas que hacerme, y pocas respuestas... ¿Qué debía hacer? ¿Cómo podía cambiar el rumbo de mi vida?