Sigan compartiendo mierda

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Joseph Goebbels fue un lugarteniente del dictador Adolf Hitler. Un tío con unas capacidades intelectuales brutales. Muy listo o, mejor, muy astuto. Fue su ministro de Propaganda, el encargado de articular una política de comunicación del imperio nazi. En ese trabajo, en esa encomienda, Goebbels triunfó. Diseñó unas estrategias tan sólidas que se han convertido en un indispensable en todos los análisis de la comunicación. Su plan se basó en la manipulación política del receptor de la información, usando para ello técnicas muy potentes como la repetición de los mensajes, la demagogia, los agravios comparativos, el lanzamiento de globos sondas, la fragmentación intencionada de la información, silenciación de determinadas evidencias, creación de falsas unanimidades, etc. Son los llamados once principios de la propaganda que reciben su apellido como denominador común: los once principios de Goebbels.

Cuando uno analiza este tipo de propaganda política (que sigue vigente, muy vigente, hoy en día) y evidencia que la manipulación le ha afectado en mayor o menor medida, pueden pasar dos cosas:

Una: que entienda que están jugando con su criterio, que ha perdido la libertad, que ha tomado decisiones y manifestado opiniones -que no son propias- fruto de un juego maquiavélico que desarma la personalidad del individuo, y que se ha visto reducido a una categoría de peón de ajedrez y lo libera de cualquier responsabilidad social, se enfada y reacciona poniendo en cuarentena informaciones, rumores y mensajes.

Otra (y la más peligrosa): que no perciba nada de lo anterior, y se crea todo lo que le cuenten. Y lo defienda a capa y espada, con uñas y dientes, de manera vehemente, en alardes de sinrazón ni pensamiento crítico.

Estamos en el siglo XXI, somos los ciudadanos con más acceso a más información de la historia, con más posibilidades de culturizarnos, de investigar, de contrastar, nos reunimos virtualmente con otras personas de otros ámbitos, lugares e ideas. En general, podemos decir que somos más ricos socialmente hablando.

Y resulta que hoy por hoy se percibe que estas premisas de manipulación propagandística de Goebbels están más actuales incluso que cuando él se las inventó.

Sigan comulgando con las hostias que les dan las siglas y las banderas. Sigan, mientras, habrá alguien que se frote las manos y sonría.