Ni el título invicto en el Apertura, ni los 33 partidos sin perder hacen que este Boca de Falcioni cambie su estado: el estar peleado. Peleado en un vestuario que explotó en Venezuela luego de un empate para el olvido ante el Zamora, pero sobre todo sigue peleado con el fútbol. Porque nadie discute que este equipo hizo los méritos suficientes para ser el campeón del torneo pasado luego de varios torneos sin pelear, pero ahora, sin la presión de las malas campañas se le puede exigir un poco más.
Y ese poco más no es mucho tampoco. No se le exige demostrar un juego armónico, ofensivo que derrote a sus rivales por dos o tres goles, sino que haga por lo menos lo elemental en el fútbol: darle un pase a un compañero. Y en Santa Fe parece que el nivel del equipo de Falcioni sigue en caída libre porque ante Unión el arquero Tatengue, Enrique Bologna, no tuvo casi trabajo. Caso contrario Orion, que a pesar de no tener una noche agitada, tuvo que intervenir en varios pasajes del partido.
Si al mal juego le agregamos que Riquelme lejos estuvo de ser la solución a los problemas de mitad de cancha para arriba que tiene Boca. Porque de mitad para atrás sigue siendo el casi imbatible del semestre anterior y el arco invicto en las dos fechas es una clara muestra de ello. Lo que a esta altura alarma un poco -a los hinchas xeneizes seguro que no tanto- es el poco compromiso que tienen algunos jugadores para encarar el arco rival. Es verdad que el mismo equipo -salvo Mouche- venía de jugar por la Libertadores, pero el DT tenía opciones para cambiar (Ledesma, Sánchez Miño, Gaona Lugo, Araujo) y decidió seguir con ‘el equipo de memoria’. No le salió nada bien la prueba a Falcioni (encima se lesionaron Schiavi y Colazo, este último gravemente), que más que peleado con sus jugadores, su equipo está peleado con el fútbol…