El fin de semana anterior a la Semana Santa hice con mi amigo Julio y algunos de los niños “la Javierada”. Se trata de una peregrinación desde Pamplona –y desde distintos puntos de Navarra- hasta el Castillo de Javier, cuna del Santo Patrón de esta tierra. Hay muchas variantes para poder llegar hasta el Castillo, pero nosotros decidimos huir de la carretera y caminar por el monte. En total algo más de 50 kilómetros en algo más de 10 horas.
La víspera, una fenomenal tormenta de nieve colapsó Pamplona y cubrió de blanco todos los montes de la Cuenca. En nuestro caminar encontramos carreteras perfectamente limpias, tramos de bosque con algo de nieve y zonas en las que el sendero había desaparecido por completo: ni sendero, ni huellas que seguir. Era complicado avanzar. Teníamos que crear nuestra propia senda aún a riesgo de torcernos el tobillo con alguna piedra oculta mal colocada debajo de aquel manto blanco.
Y algo parecido ocurrirá en tu vida. Habrá momentos en los que seguir las huellas de los que caminaron por delante será lo más adecuado. Pero cuidado, porque los senderos de otras personas pueden ser caminos equivocados para ti, que incluso te pongan en peligro. Busca entonces, quizá con la ayuda de un guía, tu propio sendero y deja que los demás sigan el suyo. Abandona la ruta que marca el GPS y abre tu propia vía.
Pero sobre todo, nunca sigas a los que no sean guías verdaderos, a los que no conozcan bien tu experiencia y capacidades, a los que te prometan falsos atajos. Pues si lo haces, puede que acabes perdiéndote para siempre.
¡Buen camino!Dentro de unas semanas, a final de abril, dejaré de publicar en este blog, y dejarás de recibir -si es que lo recibes- el email con las entradas semanales. No olvides suscribirte a mi nueva newsletter quincenal aquí. ¡Seguimos en contacto!