Coñazo nivel dios.
Antes que nada, aclaro que soy un fan de la saga de videojuegos que da nombre a este esperpento, que, en mi opinión, y al menos en sus primeros episodios, trasciende su supuesto papel de entretenimiento mata neuronas y se eleva a la categoría de arte con mayúsculas. En cambio, respecto a la película de Gans, que me parece interesante, no soy tan entusiasta.
Lleno de altibajos, aquel Silent Hill combinaba una atmósfera impresionante y una cierta elegancia general muy de agradecer con momentos que daban auténtica vergüenza ajena.
Mientras que la puesta en escena y todo el aspecto visual eran sobresalientes y muy fieles al universo original, el guión era una montaña rusa que pasaba de lo brillante en una escena a la gilipollez más infame en la siguiente.
Una ezquizofrenia que se explicaba bastante bien al descubrir que los guionistas principales eran el propio Christophe Gans (presumible autor de las pifias, pues le vamos conociendo) y Roger Avary, nada más y nada menos que el tipo que escribió Pulp Fiction. Y llegamos a Silent Hill Revelation, una película que a día de hoy, y cuando ya ha salido el Bluray en USA, ni siquiera tiene fecha de estreno en España (¿Este mes? Ya veremos...). Y ni falta que hace, oiga… Porque es un truño de dimensiones épicas: la cura definitiva del insomnio… De hecho, y tras verla, me he visto obligado a subirle un punto a la de Gans, que en comparación con esto es Ciudadano Kane.
Mixman, estamos preparadas para meterte un enema por cabrón(aunque no escribes esta crítica)
Este pestiño no tiene ni una de las virtudes de aquella y colecciona todos sus defectos elevados al cubo: a tomar por el culo la atmósfera, la intriga, el desasosiego y el misterio; bienvenidas la vulgaridad, el ritmo acelerado, el infantilismo, los diálogos absurdos y el regusto adolescente. Por joder, jode hasta la música de Yamaoka, que convierte en un remix bakaladero. Sí lo que jodía (en parte) el trabajo de Gans eran ciertas flaquezas del guión y su interés en meter con calzador elementos del juego que no venían a cuento (como Piramid Head, por ejemplo) con el presumible fin de llenar los cines de niñatos, aquí todo se reduce a eso: basura puramente adolescente; situaciones absurdas e inconexas de relleno que tratan de epatar al personal base de gore de baratillo, diseños cutres, y sobredosis de los más vergonzosos y casposos efectos digitales vistos en décadas.
En otras palabras, estamos ante la típica adaptación a lo Uwe Boll de un videojuego.
El tal Bassett ya demuestra desde el prólogo ser una nulidad como director y desconocer los más elementales mecanismos del terror, pero, aun y todo, los primeros minutos parecen dar a entender que la película puede resultar moderadamente entretenida.
Si, si alguien se lo pregunta, no se ve un pijo con este cascorro. A quien se le ocurre!!!
Pero no, ni eso… Lo que no destroza su ritmo acelerado y su total falta de medios lo hace el patético guión. Y es que el tipo, incapaz de distinguir que era lo relevante y que accesorio en la historia que se adapta (correspondiente al Silent Hill 3) o que funciona y que no, se las arregla para destruir con sus infantilismo y estupidez tanto la idea original del juego como la película de la que es secuela, cuyo buen final enmierda con sus idioteces pueriles (¿Qué coño es eso del espejo?).
¿Algo salvable? Sí. Únicamente, las dos escenas aisladas que comento en el spoiler.
El resto, perfectamente prescindible e inevitablemente olvidable, va para el contenedor de materia orgánica. En definitiva, una pobrísima e infantiloide cinta de “terror” que no contentará a nadie. Ni al espectador medio, al que le resultará soporífera e incomprensible, ni al fan, al que se le hará insultante y dolorosamente torpe. Dos momentos visualmente interesantes en un océano de mediocridad: La cocina de la hamburguesería y sus filetes “frescos” y el taller de maniquís.
Nota Final: 3 sobre 10.
(Nos ahorramos el suplicio del trailer)