“El mapa no es el territorio”. Alfred Korzybski.
Octubre de 2001; estoy en Ecuador invitado por la JCI de ese país y en algún momento mi amiga Maya me dice: “Están bombardeando Afganistán”. Con ello me informa del inicio de la invasión de la coalición militar internacional comandada por Estados Unidos a ese país, cuyo objetivo era atrapar a Osama Bin Laden, quien presuntamente se ocultaba allá y desarticular la red Al Qaeda, y que trajo la caída del régimen talibán que gobernaba Afganistán desde la segunda mitad de los años 90. Es esa frase de Maya la primera referencia verdaderamente significativa que tengo de ese país, por encima de las entonces para mí nebulosas reseñas que a principios de los años 80 salían en los periódicos sobre la ocupación soviética, o de la insufrible película Rambo III.
Estuve en Kabul, capital de Afganistán, durante aproximadamente una semana, para formar a un grupo de afganos que trabajan en diferentes ONGs que operan en ese país, en competencias de trabajo en equipo. Fue una experiencia fascinante e intentaré plasmar algunas de las anécdotas sucedidas en ese viaje en unas notas que escribiré y publicaré al respecto. Esta es la primera de ellas.
Después de un primer vuelo desde París, me monto en otro avión que me llevará desde Dubai hasta Kabul. No conozco Dubai; sólo puedo observar desde lejos el insólito crecimiento de la ciudad, coronado por el rascacielos “Burj Khalifa” o “Burj Dubai” (Torre Dubai), que con sus 832 metros de altura es la estructura más alta construida por el hombre hasta ahora. Su estilizada y altísima silueta, medio oculta por la bruma y la distancia, me hace pensar inmediatamente en la Torre de los Pedernales del Castillo de Gomerghast, de la muy gótica novela “Titus Groan”, elevándose allí desde un conglomerado urbano y para decirlo en palabras del autor Marvin Peake, “como un dedo mutilado y blasfemo que señalaba al cielo.”
No sé si estoy aún sobre territorio Iraní, o si ya me encuentro sobre Afganistán, pero a partir de entonces no quitaré la vista de la ventanilla, que me revela una vastísima y rigurosamente inabarcable región. Tres cosas me asombran: la inmensidad del terreno montañoso, su aparente desolación y el color seco de las montañas, mezcla de gris con marrón, beige y rojo. Tengo la bendición de haber nacido y crecido en un país tropical, de manera que mi representación de una montaña es fundamentalmente vegetal, exuberante, frutosa y en esencia verde; desde el avión no se ve una brizna de ese color.
El piloto anuncia el descenso final del vuelo y me embriaga el entusiasmo de saber que voy a pisar por primera vez suelo afgano. La terminación “istán” significa “tierra de” y se encuentra en el nombre de varios países del Asia Central. Afganistán quiere decir entonces, “tierra de afganos” y “afganos” es el nombre con el que los hablantes persas de Afganistán se refieren a los Pashtún o Pastún, uno de los grupos más importantes del país y posiblemente el mayor grupo tribal patriarcal del mundo. Algunos estimados indican que el total de Pashtunes del planeta es cercano a los 40 millones.
Estoy en Kabul, la capital de Afganistán y una de las palabras que más encuentro en mi primer contacto con la ciudad es “Ariana”. Es el antiguo nombre de Afganistán, que proviene del sánscrito “Ārya”, y entonces en un bonito completar de círculo recuerdo que la hija de mi ya mencionada amiga Maya se llama Arianna. “Ārya” significa “noble” u “honorable” y en verdad, aún sin haber cruzado una palabra con ellos, ya me lucen los afganos, hombres de noble estampa, de una postura, andar y dignidad muy difícil de describir porque son muchas cosas a la vez. Tienen una presencia inquebrantable, hermosa, sin soberbia pero que sabe ocupar todo su lugar. Así como sus montañas; tal vez cada afgano tiene una montaña totémica asociada a su espíritu.
Tengo mucho más que contar. Por ahora, agradeceré en persa a la ciudad y a la Vida (así, con mayúscula): “Tashakor”.
Algunas de las imágenes que ilustran este artículo fueron obtenidas de Internet (2, 3, 4 y 7) y otras fueron tomadas directamente por mí en Kabul (1, 5 y 6). Ellas corresponden, en orden descendente, a:
1. Yo, luciendo dos componentes de atuendos tradicionales en Afganistán: El “pakul” o “pakol”, sombrero afgano, y el “patú” o manta que se usa por encima de la ropa.2. Vista aérea de un área montañosa de Afganistán.3. Mapa geográfico de Afganistán.4. Soldado extranjero y hombre mayor afgano.5. Exterior del aeropuerto internacional de Kabul.6. Imagen de una calle de Kabul al atardecer.7. Vista aérea de Kabul.
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