La gallega ha conseguido crear un mundo propio en el que viajan inquietudes tanto personales como musicales, con aire a las vertientes más “cantautoriles” pero con un poso a inquietud artística no tan propia de ese movimiento.
En apenas cinco canciones y en menos de quince minutos nos trasmite rabia, dolor y alguna dosis de esperanza. Eleva la voz en “En voz baja”, nos inquieta en “Dulce”, popea en “Estamos girando”, se muestra más sensible en “Erres dobles” para acabar de estallar en “Una tormenta”. Y por aquí nos gustan mucho las tormentas, los incendios y las canciones bonitas.