Simeone ha dado vida al Atlético, pero ha cometido un error que pasará a la historia

Publicado el 25 febrero 2013 por Aposilio @aposilio

La orden que dio a Asenjo de ir a rematar un córner cuando aún quedaba el partido de vuelta le ha impedido ganar otro título europeo que estaba a su alcance y ha dejado huella en su brillante palmarés 

Fuente: colchonero.com

Hay decisiones que marcan la vida de las personas que las toman. Así, por ejemplo, la de Nelson Mandela de luchar contra el apartheid en Sudáfrica; la de Gandhi de combatir sin violencia la ocupación de la India por parte de los británicos; la de John F. Kennedy de viajar a Dallas a pesar de las advertencias del servicio secreto estadounidense; incluso la de Hitler de invadir la antigua URSS cuando todavía se encontraba en plena guerra contra Gran Bretaña. Y salvando el abismo existente entre el prestigio o desprestigio de estos personajes y la trascendencia de sus decisiones y la tomada recientemente por el entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, en el encuentro de ida de los dieciseisavos de final de la Liga Europea frente al Rubin Kazan, esta también pasará a la historia de los errores más sonados del fútbol mundial.
Transcurría el minuto 94 del choque de ida en el Manzanares, con 0-1 en el marcador, cuando el técnico rojiblanco ordenó a su portero, Asenjo, que subiera hasta el área rival para intentar rematar un córner, que podía ser la última acción del choque. Pero no solo no tuvo la más mínima opción de conectar con la pelota, sino que el conjunto ruso tuvo la oportunidad de lanzar un veloz contragolpe, gracias también a la permisividad de Juanfran, y permitir al vasco Pablo Orbaiz colocar el 0-2 en el marcador, ante la desesperación del guardameta español y de Arda Turam, que corrieron como desalmados para intentar abortar el segundo tanto rival, y de la afición atlética, desolada ante el fruto tan negativo de la arriesgada apuesta de su alabado preparador (pincha en el vídeo para ver la jugada).

Fue una gravísima metedura de pata, reconocida por el mismo técnico argentino, que le acompañará durante toda su carrera profesional y que engrosará la lista de clamorosos errores del fútbol español, junto al fallo de Cardeñosa ante Brasil en el Mundial de Argentina de 1978 o el del árbitro que no dio el gol de Michel también contra Brasil en el Mundial de México 86, o el pisotón en el cuello del madridista Juanito al alemán Lothar Matthaus en Munich durante un partido de Copa de Europa en 1987, entre otros. Y a pesar de que el Cholo ha asegurado que volvería a tomar la misma decisión, porque era momento de arriesgar, las consecuencias sufridas en el partido de vuelta en Kazan le deberían obligar a ser más humilde y asumir que le dio un ataque de entrenador que le ha salido muy caro. Porque la resolución de que el portero suba a rematar una jugada se debe tomar siempre que el equipo esté eliminado o necesite el tanto para su continuidad en la competición. Pero nunca cuando todavía queda un partido de vuelta en el que el Atlético podía perfectamente levantar un 0-1 adverso. Y se pudo comprobar, pues el conjunto madrileño ganó por 0-1 en Kazán y la supuesta prórroga la hubiera disputado contra diez rivales.
Esta decisión será una maca en el brillante historial del bravo ex jugador atlético. Pero pesará mucho, como le sigue marcando en su palmares el violento pisotón que dio en San Mamés al delantero del Athletic de Bilbao Julen Guerrero, en la jornada 16 del la Liga de la temporada 95/96, que le dejó un profundo agujero sangrante en el muslo al fino jugador vasco y que ratificó el carácter agresivo de este Tauro nacido en Buenos Aires en 1970. Porque en el fútbol se puede ser duro y entrar fuerte por norma, como se caracterizaba su juego, pero cuando un jugador traspasa la frontera y se vuelve violento, pierde todo su valor y su mérito. Aunque el colegiado no le expulsó, el comité de competición le sancionó con tres partidos tras la denuncia del club vizcaíno. Porque esta acción es la que ha quedado en el recuerdo colectivo de los aficionados al fútbol, y no la que se produjo semanas después del barcelonista Fernando Couto dándole al Cholo un parecido pisotón, aunque con consecuencias más leves.

Fuente: diariopanorama.com

Ahora bien, este borrón no puede empañar el fenomenal papel que este rudo ex centrocampista está protagonizando en el Atlético de Madrid. Su llegada la temporada pasada a un club que llevaba más de una década arrastrándose por el fango le ha valido para devolver la autoestima a una afición muy castigada por el derrotismo. El Cholo le ha inyectado al plantel del Manzanares ese espíritu de lucha incansable que él representaba cuando corría por el césped, ese ansia de no dar un balón por perdido ni cuando supera la línea de cal, además de desarrollar un más que aceptable nivel de juego. El Atlético ha ganado en intensidad, presión y sentido de equipo, pues todos defienden y todos atacan. Los datos son contundentes, porque además de llevar a las vitrinas la Euroliga y la Supercopa Europea, hasta la visita del Rubin había convertido el Calderón en un fortín inexpugnable, en el que no perdía desde abril del 2012 (23 partidos), algo de lo que no puede presumir ni el todopoderoso Barcelona. Incluso el equipo rojiblanco está cerca de romper el duopolio formado por Barça y Real Madrid, algo imaginado por muy pocos, además de haber logrado el anhelo más deseado entre los seguidores colchoneros: ver al vecino de la Castellana por detrás en la tabla.
Esta puede ser la única justificación que Simeone tenga para haber tomado la decisión de entregar la Liga Europea al decidir la subida de Asenjo y no llevar el equipo titular a Kazán. Su principal objetivo para esta temporada es asegurar la Liga de Campeones para la siguiente campaña y alcanzar la final de la Copa del Rey, para lo que tendrá que saber defender un escaso 2-1 en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla. Pero apostar por renovar el segundo título europeo en importancia no hubiera dificultado en demasía los otros dos objetivos. Ahí el riesgo sí que hubiera merecido la pena, pues los títulos continentales no le sobran a nadie.
Alejandro Posilio Fernández
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en permanente proceso de cambio, de desarrollo. Lo que Marx conoció, lo que le sirvió de materia prima para construir su excepcional obra, no podía prever la ruta que seguiría el sistema; para Lenin, Gramsci o Mariátegui era menos que imposible ver la mutación que seguiría el imperialismo a través de las décadas; difícil era ver a los gobiernos de países poderosos actuando como empleados de las corporaciones, o las transnacionales definiendo el futuro de las naciones.

A lo largo de los últimos cien años, el sistema ha ido generando cambios de forma y de fondo de su propia definición estructural, y sigue haciéndolo. En Honduras, por ejemplo, después del Golpe de Estado se ha impulsado la creación de un laboratorio para las llamadas “Charter Cities”, una forma de “feudalismo corporativo” que le da opción a inversionistas transnacionales de adquirir concesionalmente un mínimo de mil kilómetros cuadrados de territorios y fundar en ellos pequeños reinos que manejarán a su antojo. Esta monstruosidad, destinada a reducir a la nada a países que se consideran parias, ha venido siendo gestada desde inicios de los años noventa, en pleno apogeo del neoliberalismo mismo. Ya entonces los “diseñadores” se atrevían a examinar el futuro y a plantear el “paso siguiente”.

El reclamo por entrar en una etapa clara donde se reconstruyen las estructuras y la superestructura capitalista clásicas, no parece del todo antojadiza o absurda. Para entender eso debemos fijarnos en los conceptos fundamentales planteados por Marx, quien nos lleva a encontrar en el trabajo el núcleo de todo el desarrollo histórico de la humanidad. Concibe al trabajo como una actividad transformadora de la realidad, llevada a cabo por hombres carentes de acceso a la propiedad. En cualquier caso, el trabajo, enajenado o no, estaba destinado a aportar desarrollo a la humanidad, y a enriquecer el conocimiento, la cultura, la artes. El proceso hacia el socialismo produciría un cambio en la manera en que  se relacionaban las fuerzas productivas, las productoras de ese trabajo fecundo, y los medios de producción, entendidas dentro del capitalismo como antagónicas.

Aunque Marx fue capaz de anticipar el paro como una de las consecuencias del avance de la tecnología, no podía prever el desempleo masivo que viven nuestros países; el capitalismo de entonces producía, el de hoy especula. Cuando vemos los análisis de compañeros que nos explican la exorbitante suma de capitales especulativos que suman tres veces más que el valor total de la producción del planeta, estamos obligados a hacernos muchas preguntas sobre el trabajo que genera este capital sin respaldo, que sirve para apostar nada más. Y debemos preguntarnos acerca de esto porque este tipo de capital no produce ningún beneficio en nuestros países, pero sí muchos perjuicios. Para los empleados de corporaciones multinacionales en sus centros de poder generan al menos una ilusión consumista, mientras que entre nosotros sólo produce la angustia de esperar la vorágine de sus catástrofes.

Otro fenómeno que debe llamarnos la atención sobre la naturaleza del trabajo en esta etapa del sistema, es que tiende a retroceder -en muchas décadas- las condiciones de los trabajadores. Fomenta la absurda creencia que cada hombre, cada mujer es un micro empresario en potencia, cuando en realidad lo que hacen es liberar al mercado de la molesta carga de los costos relacionados con la labor de sus empleados. Cada día se fomenta más y más una especie de esclavitud del trabajo frente al capital, se  promulgan leyes de trabajo por horas, eliminando los derechos que sí se dan en el empleo pleno, e ignorando las condiciones propias de cada país. Además, la creación de “pequeños empresarios” presenta una oportunidad de atar financieramente a los trabajadores, que ahora deben solicitar préstamos para poder entrar a competir.

El trabajo transformador, con patronos y trabajadores, fábricas y maquinas, ha sido reemplazado por relaciones de “emprendedores” y redentores bancarios. La explotación del trabajo ha mutado en muchas y novedosas formas que obligan a un estudio renovado y a la redefinición dialéctica de las condiciones en que subsiste y reproduce el sistema. No es descabellado después de todo, pensar que cuando se habla de regresar al capitalismo, en realidad se está planteando la necesidad de dar un paso hacia adelante: para llegar a esto es imperativo que redescubramos el pensamiento revolucionario desde mediados del siglo XIX, transitando el siglo XX  formulando las ideas que sirvan a nuestros países para encarar el siglo XXI.

Los conceptos, las ideas, la realidad son dinámicas; ahora hemos examinado superficialmente, y de forma incompleta, el tema del trabajo, sobre el cual debe hacerse mucho. Debemos también ver el proceso de acumulación en nuestros países. En general, mientras se daba la acumulación originaria en los países europeos, en los nuestros se daban intensos saqueos y “limpiezas” culturales. Así seguimos enfrentando el reto, que debe ser particularmente intenso para nuestros economistas, quienes deberían decirnos que nos toca hacer a nosotros.

10/noviembre/2011

*Texto de imagen “Te dije que tenía razón sobre el capitalismo”