Simon y unos marineros
En mayo de 1948, Bernard Skinner, capitán del Amethyst, encontró un gato blanco y negro de ojos verdes en la isla Stonecutters, Hong Kong, donde estaba atracado su barco. Hacía tiempo que los gatos eran las mascotas favoritas de la Marina Real británica, no solo por su habilidad para deshacerse de los roedores, sino también por su increíble adaptabilidad a cualquier medio. Además, los marinos y marineros, siempre supersticiosos, valoran mucho a los gatos por su intuición y habilidad para sobrevivir. Se sabe que el gato U-Boat tenía por costumbre bajar a tierra siempre que atracaba su barco y regresar justo antes de que volviera a zarpar. Un día, U-Boat no apareció y la tripulación lo entendió como un mal augurio. El barco ya levantaba el ancla cuando U-Boat fue avistado corriendo por el muelle. Aterrizó de un salto en el puente y procedió a lavarse con toda tranquilidad, como si nada hubiera pasado. También se cuenta que el gato del buque de guerra alemán Bismarck sobrevivió a su hundimiento, fue adoptado por la tripulación inglesa que lo rescató y sobrevivió de nuevo cuando hundieron el barco inglés al cabo de un tiempo. A partir de entonces, el gato fue trasladado a un destacamento terrestre de la Royal Navy.
El Amethyst
En 1949, cerca ya del final de la guerra civil que devastaba China desde los años veinte, el Amethyst recibió la orden de trasladarse a Nankín por el río Yangtzé para sustituir al HMS Consort por si fuera necesario evacuar al personal de la Embajada británica. Entonces, las fuerzas comunistas ocupaban la orilla norte del río, y las nacionalistas, la orilla sur. La tregua entre los dos ejércitos expiraba el 20 de abril y no cabía duda de que los comunistas atacarían al día siguiente. El Amethyst zarpó el 19 de abril hacia Nankín y penetró en la zona del conflicto a las 7:30 de la mañana del día 20. Un par de horas después, cerca del pueblo de San-Chian-yin, una batería comunista atacó el barco, causando terribles destrozos y muchos muertos, entre ellos el capitán Bernard Skinner, quedando al mando el teniente Geoffrey Weston, herido en el pecho.
Simon cómodo
En el momento del ataque y como de costumbre, Simon estaba plácidamente dormido en la cabina del capitán, que recibió un impacto directo. La llegada de dos aviones nacionalistas a las 14:30 alivió algo la situación a bordo del barco. El Consort también llegó, fue atacado por la misma batería y no tuvo más remedio que retroceder. La tripulación del Amethyst sabía que la situación era muy delicada, había 17 bajas y muchos heridos. Aun así, recogieron a Simon y lo llevaron a lo que quedaba de la enfermería. Tenía los bigotes y el pelo quemado, y trozos de metralla en la espalda y en las patas traseras. El médico le retiró la metralla e intentó aliviar el dolor, convencido de que no superaría la noche.
El teniente Weston, con metralla en los pulmones y en el hígado, después de tomar morfina para el dolor y bencedrina para mantenerse despierto, consiguió sacar al Amethyst de un banco de arena y alejarlo unos tres kilómetros río arriba. Fue el comienzo de una larga espera.
Simon en cuarentena
Simon en una hamaca
Al cabo de muy pocos días, Simon se recuperó, sus heridas empezaron a cicatrizar y su sentido del oído no parecía afectado por la deflagración. El barco estaba muy próximo a la orilla y las ratas lo invadieron en busca de comida. Simon, a pesar de haber sido el gato mimado del capitán, no había olvidado sus días en la isla de Stonecutters y se puso manos a la obra, decidido a salvar los víveres de los marinos.
Siguieron largas semanas de cautiverio, y la tripulación se empleó a fondo para reparar los daños del barco, pero la situación, el tedio y la tremenda humedad habrían hecho mella en la moral de todos de no ser por Simon. No solo dedicaba gran parte del día a cazar ratas, también entretenía a los hombres con la ayuda de Peggy, una terrier de cuatro años con la que se llevaba muy bien.
Simon en la cocina
A principios de julio fue necesario racionar la comida. Por fin, el 30 de julio, el Amethyst pudo escapar con la ayuda de un barco mercante, el Kiang Ling Liberation. En ese momento, el barco estaba capitaneado por el teniente John Kerans, que al poco de llegar a Hong Kong se puso en contacto con la PDSA (People’s Dispensary for Sick Animal) y les pidió que concedieran una medalla a Simon. En la carta decía lo siguiente: “Había una gran cantidad de ratas a bordo del barco que empezaron a reproducirse en las zonas más dañadas. Representaban una auténtica amenaza para la salud de la tripulación. Simon estuvo a la altura de las circunstancias y al cabo de dos meses, la población de roedores había disminuido notablemente. Nadie esperaba que sobreviviera a un impacto que hizo un agujero de más de 30 centímetros de diámetro en la plancha de acero del casco. Sin embargo, al cabo de unos días, Simon volvió a ser el de siempre. Su presencia a bordo, con la perra Peggy, fue un factor decisivo para mantener alta la moral de la tripulación. Ambos aportaron una semblanza de normalidad a una situación muy difícil”.
Simon con un oficial
El 8 de agosto se confirmó que Simon recibiría la medalla y pasó a ser el gato más famoso del mundo, pero la celebridad no era lo suyo y se escondía en cuanto veía a un fotógrafo. Las cartas no dejaban de llegar felicitándolo y se nombró a un “Oficial Gatero” para contestar a tantos admiradores.
Simon con la medalla Dickin
El 21 de noviembre, el Amethyst entró en el puerto de Plymouth. La tripulación se reunió con sus familias, pero Simon se fue a Surrey para pasar la obligatoria cuarentena. Murió siete días después, el 28 de noviembre. Se sugirió que las heridas y las batallas con las ratas le habían agotado, pero los miembros de la tripulación que fueron a verle estaban convencidos de que murió de pena al verse separado de sus amigos. No llegaba a los cuatro años. Fue enterrado con todos los honores en el cementerio de la PDSA en Ilford, Essex.
En 1950, el autor estadounidense Paul Gallico dedicó su décima novela, “The Abandoned”, también titulada “Jennie” por el nombre de la gata protagonista, “Al lamentado Simon, del Amethyst”.
La tumba de Simon
Desde que la institución PDSA Dickin entregó la primera medalla en 1943, sesenta y cinco animales han sido condecorados: treinta y dos palomas mensajeras durante la II Guerra Mundial, tres caballos y veintinueve perros. La última fue concedida a título póstumo a la perra Sasha en mayo de 2014. Simon es el único gato que ha recibido la medalla.