Hace ya una década que en la vida interna de las organizaciones se discute "la cuestión Millennials". Es decir: se discute en forma más o menos articulada -o directamente en base a conflictos-, el impacto que generó el ingreso al mundo laboral de la generación nacida a partir de 1983, la primera criada en el mundo híper conectado en el que hoy vivimos todos juntos, Millennials y no Millennials.
Como sea, decir que "se discute" es una forma amable de decir que no se sabe qué hacer bien con "el problema". El salto en los códigos de relacionamiento fue tan grande que finalmente se optó por elegir una categoría convincente (Millennials) y simplemente resignarse a que "son distintos" y que por lo tanto la convivencia iba a ser "compleja", salida elegante para definir un tema cuando no lo entendemos.
Así las cosas, hace una década que la cuestión Millennials no tiene solución. No importa la perspectiva desde la que se aborde, es decir, no importa si se piensa desde los propios Millennials y su incomodidad permanente ante estructuras que los hacen "sentir oprimidos", o desde la óptica de quienes deben gestionar ese talento (a esta altura despreocupadamente resignados a no resolverlo).
Está claro que lo vínculos en las organizaciones siempre se dirimen por poder de fuego, y los Millennials tienen el arma más pequeña (metáfora fálica siempre presente en las organizaciones para hablar de jerarquías). Disculpen tantas comillas y paréntesis, pero son necesarias para desenredar el ovillo.
Con un delicado sentido de la empatía, Simon Sinek, un antropólogo de oratoria atropellada, persuasiva e hipnótica que tiene la rara habilidad de desplegar ideas simples pero a la vez originales y contundentes, usó el truco narrativo más viejo del mundo. Con el fin de distraernos y ponernos a pensar sin temor, depositó en unos pocos una problemática universal y usó a los Millennials para hablarnos a todos.
Les presento a Simon, a quien desde ahora vamos a tutear, para no perder la costumbre:
Así como el karma de la Generación X fue romper con los Boomers, el rol histórico de los Millennials tiene que ver con el ser: poner la cuestión del sentido en el centro de la escena, que es una cuestión que nos afecta atodos. Si bien pueden estar orgullosos de eso, también hay que decir que lo hicieron mal y a los tumbos, porque lo hicieron sin experiencia.
Hermosa paradoja de la vida misma abriéndose paso en las organizaciones: quienes llevan una nueva bandera lo hacen sin herramientas porque, justamente, las herramientas aún no existen. Si existieran, la bandera no sería nueva. Esas herramientas tomarán forma una vez que la batalla que se está librando se haya transformado en victoria.
¿Y de qué nos quiere hablar Simon cuando nos habla de los Millennials? De los problemas emocionales que esta nueva generación visibilizó en el mundo del trabajo, pero que a esta altura de las circunstancias son problemas cotidianos. Demasiado cotidianos. Tan cotidianos que si no los enmascara un poco, se vuelven intolerables: soledad, falta de autoestima, dependencia de la aprobación ajena, sociabilización dificultosa, y el clásico de los clásicos, la búsqueda de la felicidad.
Sinek elaboró una serie de reflexiones bajo el título "Los Millennials en el lugar de trabajo" y se volvió viral. Con más de 60 millones de visualizaciones deja en evidencia lo universal de la temática y el interés que despierta.
A continuación el video con subtítulos en español, y después las tres ideas principales:
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Primera idea: Las redes sociales son adictivas porque refuerzan nuestra autoestima
No lo dice exactamente así, pero es la idea. Sinek habla de un tema que tiene una actualidad absoluta, la adicción al teléfono y las redes sociales, de las que en algún momento todas las personas hacemos una valoración negativa, pero que aún no está (no tenemos) resuelta internamente. Y para hablarnos de eso, nos ayuda a dar el primer paso: aceptar que el problema existe, pero afuera, lejos, en los demás. Como si no fuera un tema que nos impactara a nosotros, como si fuera asunto de otro. Para después recién, con calma, con paciencia y con amor (sí, amor, el amor es muy importante), poder visualizarlo adentro.
En vez de decir, señores, tenemos un problema de adicción al teléfono, eligió cambiar el escenario: dice ellos, los Millennials tienen el problema, y ese problema les trae otros problemas en el trabajo. Sinek explica esto con gran soltura: no baja línea (apenas, en realidad), no justifica, no castiga. Describe. Enfáticamente describe, y eso lo vuelve divertido.
Desde esa máscara, la máscara "los Millennials tienen problemas de adicción al teléfono", despliega una idea increíblemente bien presentada, que hay que leer ligeramente entre líneas: la adicción a la tecnología es la adicción a la aprobación ajena. Nos ayuda a entender este rasgo característico de los post adolescentes, y sin avisarnos, nos muestra que también es un rasgo de la vida adulta. Este parece ser el eje de la cuestión: la adicción al like no es un rasgo Millennial, es un signo de este tiempo. Y si no lo tomamos con seriedad, vamos a gastar la vida frente a una pequeña pantalla.
¿Quién no experimenta un sentimiento de gratificación ante la aprobación ajena? ¿Quién no deposita su autoestima en lo que otros pueden opinar a través de una pantalla? Simon nos deja pensar en eso con tranquilidad, mientras carga contra los Millennials.
¿Qué cosas no nos cuenta Sinek? Que las redes sociales son adictivas porque, simplemente, nos hacen sentir vivos. La vida online no es emocionalmente desafiante, pero por muchos momentos parece serlo, y por eso gastamos nuestro tiempo ahí. Ahí sentimos aprobación a golpe de click. Nada nos importa más que lo que otros digan de nosotros; si bien por momentos nos distraemos con problemas reales, en todo momento seguimos construyendo (parte de) nuestra identidad a partir de la opinión ajena. Y esa no es una pelea Millennials, es una pelea de todos, y es para siempre. Por eso la idea es tan potente.
Segunda idea: Explica el mecanismo de la frustración, y lo hace con equilibrio.Sus ideas son buenas, pero sobre todo son equilibradas.
Logra ser equilibrado con un tema imposible y exasperante: la adolescencia tardía en las organizaciones. No culpa a los Millennials por ser como son. Sino que habla del ambiente de adicción en el que se desenvuelven. Y las frustraciones que eso causa. Ser equilibrado hablando de frustración es un arte, y Simon oficia de gran artesano en el tema en cuestión.
Ahora, al hablar de adolescencia, una cosa es ser padre y otra ser jefe.
Si bien se supone que ambos roles pueden desarrollarse por vocación (se supone), el nivel de compromiso con la formación es bien diferente. Las primeras generaciones socializadas en un mundo ultra veloz, ya llegaron al trabajo. Y sus padres-jefes, no tienen paciencia. Hasta acá, pocas novedades. Las novedades las aporta Simon Sinek, con un análisis extraordinario y equilibrado sobre la frustración. Equilibrio es la palabra clave. Porque el equilibrio siempre viene acompañado de profundidad y de belleza, si no, no es equilibrio, es tibieza.
Tercera idea: Permite pensar en la velocidad de forma diferentePara avanzar en el tema hay que recordar una obviedad: en este mundo que cambia a una velocidad asombrosa, el fenómeno online multiplica exponencialmente esa velocidad en la que se actualizan los códigos y los canales de comunicación, y por ende los vínculos. Cinco años de diferencia ya dejan ver cambios por momentos radicales en la socialización: un niño de 10 años comienza a percibir algunos vínculos (los condicionados por la tecnología) de un modo muy diferente al que vivió un adolescente que hoy tiene 15. Ese salto era inimaginable hasta hace muy poco tiempo.
En síntesis: los padres se encuentran ante un enorme desafío de apertura y comprensión. Pareciera que en términos de percepciones y relaciones, nos espera un mundo que va a transformar la cosmovisión y los vínculos de múltiples generaciones pero con brechas extremadamente cortas, y más cuando estos vínculos están fuertemente influidos por el mundo online.
Por último, Sinek utiliza ejemplos divertidos y tiene un gran timming para la narración. No es el tipo de speaker que va llevando las ideas para que el público saque sus conclusiones, no, Simon entrega todo cocinado, el razonamiento pre pizza, que ya está cerrado.
Yago de Marta sintetizó con claridad el abordaje de Sinek al decir que "develó el misterio sociológico de la década".
Fuente http://internalcomms.com.ar/simon-sinek-el-hombre-que-entendio-a-los-millennials-y-asi-nos-entendio-atodos/