He’s just not that into you: the no-excuses truth to understanding guys se llama el libro detrás de la película. Digno de la categoría “autoayuda amorosa”, el título promete constataciones amargas y conclusiones esperanzadoras (combinación redituable según las leyes del marketing editorial). En el cine, la fórmula provoca encuentros desafortunados con representantes del sexo opuesto hasta que la desventura abre paso a la revelación feliz.
El mundo real que ¿los escritores? Liz Tuccillo y Greg Behrendt describen y el director Kwapis filma, se reduce a veinte-treintañeros norteamericanos de clase media cuya dificultad principal gira en torno al ideal de compromiso estable y disfrutable (no existe alusión alguna a estos otros problemas). En este pequeño universo poblacional, los solteros no dan pie con bola a la hora de elegir candidatos, y quienes están en pareja cuestionan sus elecciones.
En suma, nadie es (del todo) feliz.
Los estereotipos abundan: desde la belleza de los actores/personajes (encabezados por Scarlett Johansson, Bradley Cooper, Jennifer Connelly, Ben Affleck, Jennifer Aniston) hasta las paradojas propuestas, a saber: chico lindo, considerado, fiel, comprometido que no quiere casarse por convicciones anti-matrimoniales; chico exitoso cuyo amor incondicional no es correspondido; chica dispuesta a conocer mil candidatos pero especialista en ahuyentar a todos; mujer segura de su esposo que tarda en descubrirlo infiel.
Quizás lo más enternecedor de este largometraje sean la cita a Alguien maravilloso (comedia romántica que en 1987 ¿consagró? a Mary Stuart Masterson y Eric Stoltz), y algunas frases en boca de la siempre simpática Drew Barrymore (sobre todo aquéllas relacionadas con las bondades de una sociedad signada por la conexión tecnológica y la desconexión humana).
Sin dudas, Simplemente no te quiere les aporta poca originalidad a los intentos literarios y cinematográficos por contener, consolar, esperanzar a la generación responsable de derribar al mismísimo Cupido. Aunque se supera a sí mismo (nada tan malo como Licencia para casarse), Ken Kwapis sigue probando que -en el mejor de los casos- lo suyo es la televisión.