Al igual que no se puede entender ni la esencia ni el funcionamiento de un órgano sin conocer su relación con el resto del cuerpo, es imposible comprender cualquier materia en nuestras escuelas y universidades sin conocer su relación con el resto del conocimiento. Parcelar el saber incomunicando las partes nos encierra en el laberinto de la complejidad, haciendo la investigación difícil y cara, y como consecuencia cada vez más elitista y dependiente de los poderes económicos. Una materia avanza cuando simplifica su mirada y se comporta como una auténtica neurona, que sabe que es más eficaz cuanto mejor es su comunicación con las demás.
El conocimiento se hace luz cuando se convierte en nutriente para todas las partes, y deviene en sabiduría cuando sirve para enriquecer nuestra existencia
Las asignaturas en nuestros centros docentes adquirirían vida si hiciésemos de cada una de ellas un órgano del cuerpo del saber. Cambiar de clase no supondría romper nada, sino continuar explorando un único cuerpo, ya no tendría sentido la primacía de unas materias sobre las otras, porque todas nutren a todas.
La conexión entre las materias permitiría además encontrar parámetros comunes entre ellas, haciendo su estudio más fácil, es el efecto fractal: el ramaje de un árbol parece muy complicado hasta que nos damos cuenta de que las mismas formas se están repitiendo a distinta escala. Sería absolutamente delicioso que los mismos alumnos pudiesen descubrir esos parámetros comunes, encarnando así un auténtico espíritu científico, Hay toda una nueva manera de hacer ciencia y de estudiar, esperando que la descubramos en nuestro día a día ... un gran reto para nuestra esencia de educadores.