El consumo de servicios de prostitución ha existido en todas las sociedades históricas, capitalistas o no. Pero, para superarlo, los socialistas luchamos contra la opresión del hombre sobre el hombre en la sociedad capitalista. Esta opresión toma diversas formas y la prostitución es una de las más infames y aberrantes. Sin embargo, es un grave error concluir que es el (potencial) consumidor de prostitución el responsable de su existencia; las mujeres son forzadas a la prostitución en regímenes sociales donde, en forma parcial o total, rige el tráfico de mercancías y el trabajador cubre sus necesidades vendiendo su fuerza en el mercado. La clase capitalista explota a la inmensa mayoría de la humanidad y, en particular, regentea con inigualable crueldad el negocio de la explotación sexual y el lavado de dinero que genera.
Es por eso que nuestra lucha tiene como únicos enemigos a los proxenetas y a la estructura política burguesa que los ampara. La estrategia del “Sin clientes no hay trata” no ofrece ninguna salida, porque el tráfico de personas es inherente a toda sociedad de clases y al capitalismo. El capitalismo no suprime la mercancía socialmente destructiva: la potencia, como lo muestra el lugar descomunal que ocupa la producción de armamentos. No se puede combatir la superexplotación de los obreros fabriles malayos instando al pueblo a no comprar ropa deportiva. Una intervención de este tipo no sólo no es socialista ni contrahegemónica e incompatible con el capitalismo. Reemplaza una campaña de lucha política en contra de una estructura empresarial, gubernamental y policial con una campaña de concientización que está en contradicción con la estructura social dominante.
Nuestro enemigo no es un cliente abstracto sino un sujeto político definido: la burguesía. Fuera Alperovich, desmantelamiento de las redes de trata, cárcel a todos los responsables del secuestro y explotación de Marita Verón. Sin complicidad política y policial no hay trata.
Daniel Di Stefano