Amor... sin condiciones
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy,
hoy podéis contar conmigo.
Sin condiciones.
Fuente: 26 cuentos para pensar de Jorge Bucay
Derechos y deberes… mutuos
Esta es una lista que deberíamos revisar, de tanto en tanto, para chequear si la relación con nuestros seres amados (sean éstos pareja, hijos, padres, hermanos, amigos íntimos… o mascotas) se encuentra en pleno estado de forma.
Demasiadas condiciones (en uno u otro sentido, como sujeto u objeto) limitan cualquier tipo de relación. Impiden que crezca. Cuando el amor es incondicional, respeta nuestros derechos como objeto del amor y, en correspondencia, fortalece nuestros deberes hacia el sujeto que nos ama. En definitiva, busca sin descanso el equilibrio entre ambos.
Y si no fuera posible tal equilibrio, estaríamos obligados a replantearnos seriamente los términos de cualquier relación. Para redactarlos de nuevo o eliminarlos. Sólo así obtendremos la verdadera libertad del amor.
El derecho y el deber son como las palmeras: no dan frutos si no crecen uno al lado del otro. (Félecité de Lamennais)