Sin corona…
Recorre los pocos metros de su jaula una y otra y otra vez.
Que lejos se fueron aquellos dias en la sabana, con el sol abrazador en sus espaldas, corriendo hasta el cansancio detras de la presa. Hoy se comia, mañana no. Todo era capricho del azar y a veces del esfuerzo. Pero era libre de sentir el aire en su cara y eso muchas veces no llenaba el estomago, pero siempre el alma.
Atras quedaron esas noches en que solo bastaba elevar un rugido para alejar a las hienas y alzarse con el preciado botin.
Ya no ruge…
Fue rey, el gran rey; hoy no llega ni a bufon; al menos los bufones entretienen, pero en algun momento les llega el descanso de la corte.
Su horizonte se viste de oxido.
El soberano… hoy de deshace con cada chasquido de latigo y con cada chasquido su esperanza de destiñe, sin embargo, nada duele mas que los aplausos, que las risas. Esas no desgarran la carne, sino el espiritu.
Ya no tiene fuerzas ni siquiera para odiar. Solo queda dejar pasar los dias. El tiempo le dara descanso.
A veces cierra los ojos y de pronto se ve a la orilla de la laguna. Su reflejo le sonrie con la mirada de aquellos tiempos, pero luego esos mismos ojos se desgastan y lo persiguen y lo torturan con la desgracia de sus pesares. De pronto su corona se resbala y se hunde en las aguas que se tornan turbulentas. Y despierta… y cada despertar lo encuenta igual, Rendido a su tristeza.
De pronto toma conciencia de algo no habia notado. La jaula no tiene candado.
Muchas cosas son las que se cuestiona. ¿a que juega este destino? ¿ porque le da ahora esta salida, si ya le cerro las puertas del instinto? ¿que pasaria si cruza ese horizonte?.
El ya no es rey. Ya nunca lo sera.
Entonces da unas vueltas dentro de la jaula y se hecha a esperar su muerte.