Ni el tiempo, ni la inseguridad, ni el Word en blanco, ni las hojas caídas de un otoño, ni mi color marrón, ni sus excusas baratas. Sólo yo, el teclado, las ganas, la fe, la esperanza, la ilusión y la certeza de que algún día seré algo más que una persona frente a un teclado.
Ni el tiempo, ni la inseguridad, ni el Word en blanco, ni las hojas caídas de un otoño, ni mi color marrón, ni sus excusas baratas. Sólo yo, el teclado, las ganas, la fe, la esperanza, la ilusión y la certeza de que algún día seré algo más que una persona frente a un teclado.