Basada en la novela de Alan Glynn, Sin Límites nos recuerda que "todo gran poder conlleva una gran responsabilidad," trasladando esta sabia enseñanza del tío Ben al caso de un desconocido que potencia sus facultades mentales gracias a una misteriosa droga y ocasiona que otros empresarios y mafiosos se interesen por el secreto de su repentino éxito, haciéndole la vida imposible.
Tras la cámara se encuentra Neil Burger, quien nos sorprendió con El Ilusionista y vuelve a conseguirlo en esta ocasión con un thriller de ciencia ficción dinámico, ágil, y entretenido con una interesante reflexión acerca de las consecuencias que puede tener el exceso de poder y de ambición. Llama la atención el cambio de estilo de Burger con respecto a su anterior película, sobre todo en las escenas de persecuciones y en aquellas que reflejan los efectos que el NZT tiene en los protagonistas, con el cambio en su percepción sensorial reflejado por logrados planos secuencia y un montaje muy elaborado.
Destaca la labor de Bradley Cooper, actor en alza tras el éxito de The Hangover que da la talla en Sin Límites representando las dudas y el sufrimiento del protagonista, consiguiendo transmitirnos la angustia que siente en determinadas situaciones. Interpretando a su pareja encontramos a Abbie Cornish en un papel decente (no como el de Sucker Punch), mientras que el legendario Robert De Niro ofrece una correcta actuación como el secundario Carl Van Loon, empresario que rivaliza con nuestro protagonista.
Con un acabado dinámico e interesantes reflexiones acerca de la ambición y el poder, Sin Límites sorprende como un recomendable thriller de ciencia ficción en el que Bradley Cooper demuestra su talento como intérprete.