Apagada la hoguera de la huelga del 29-S, que apenas sirvió para calentar almuerzo y cena de ese día, seguimos sin saber cómo será el futuro, ese que hace medio año Antonio Tajani, vicepresidente y comisario de Industria y Emprendimiento en la II Comisión Barroso, pintó como imposible de surcar en un vehículo de gasolina -claro que tampoco fijó si en un mañana próximo o lejano, si hablamos de una alternativa de biocombustible, electricidad, alcohol, agua o pilas, lo que me permite darle la razón-. Hundidos en la sima de una depresión a la que accedimos voluntariamente empujados, a imitación de Tooru Okada, el inmortal personaje de Murakami que desciende al fondo de un pozo y echa de menos al pájaro-que-da-cuerda y sin la capacidad de renacimiento del ciego Matt Murdock en la serie Daredevil #227-233: Born again, ni importarnos demasiado si Google Street View nos fotografió sin previa autorización, si es muy preocupante, o demasiado, el que los chinos se lancen a comprar deuda española, el que nuestros ex presidentes de gobierno más recientes se paseen haciendo gala de su olfato de gusano de seda (FX González) o con el cartel de contribuyente negativo de la bimensual Foreign Policy sobre sus opiniones (cansino Aznar), sólo nos queda esperar: esperar a que los trabajadores chinos se manifiesten contra sus tiranas empresas multinacionales -en realidad, más nuestras que de ellos- no en manadas de diez o cien miel, sino de millones, y todo vuelva a ser como antes, aunque visto lo visto, que el disidente Liu Xiaobo recibe el Nobel de la Paz y que son voces occidentales las que claman por su liberación -fue condenado por subversión contra el Estado a 11 años de cárcel- hay orden mundial desde Běi jīng para días. Esperar la revuelta del proletariado de ojos rasgadoso la demora del vencimiento de todo pago pendiente, al estilo de la deuda histórica saldada por Deutschland el primer domingo de octubre de 2010 correspondiente a la indemnización que le impusieron los países vencedores de la WWI, tal como se recogió en el Tratado de Versailles del ¡28 de junio de 1919! ¡No les ha llovido desde entonces!: Weimar, Hitler, el nazismo, la WWII con su holocausto, una división, un muro, una reunificación ...
Y mientras China se encarama a la segunda posición del ranking de las potencias económicas, la que sigue a los USA -tampoco hay que alarmarse: casi cuadruplica el número de los estadounidenses y es superior en 2,6 veces al de la UE-27-, en España seguimos con austeridad en los presupuestos menos cuando toca llevar flores a la Virgen de guardia, los franceses aborrecen el humo de los Gitanes Romaines, los húngaros se enfangan en sosa cáustica, los británicos a los suyo, los griegos siguen hartos, los italianos se callan sus ganas de ver buen fútbol y la sueca Ikea, presente en 26 países de los cinco continentes, anuncia por primera vez en su historia (Ingvar Kamprad la fundó en 1943 -vendía artículos de segunda necesidad: bolígrafos, relojes, medias de nylon...- y su primer catálogo con mobiliario es de 1947) que sus beneficios que ascienden a 2.500 millones de euros: en mala hora te haces trasparente, Ikea. Tan nefasta como la que escogió Arnold Schwarzenneger para presentarse a gobernador de California, ahora que el estado ha de votar el día 2 de noviembre la Proposition 19, esa que legalizaría la posesión de una onza de marihuana para cualquier mayor de 21 años.
Hay opiniones para todos los gustos sobre lo que fue y lo que vendrá, pero escasez de ideas. Como casi siempre, pero además esta vez le echamos la culpa a los chinos, que ya se sabe que el mundo se mueve con esclavos (el Imperium Romanun; la España de Colón; las orillas faraónicas del Nilo; la America, America, del Mayflower...) y allí los hay por miríadas. La gran diferencia con el personaje de Murakami es que él llegó al fondo físico del pozo, mientras que nosotros seguimos cayendo, a menor velocidad, pero cayendo y cayendo... y sin paracaídas. Con Matt Murdock, que es un superhéroe de la Marvel Comics y le basta y sobra con un bastón para caer de pies. Hay juicios y divergencias, por supuesto. Y disparates: ¿quién será el anónimo comprador telefónico que llamó el 29 de septiembre pasado a Christie´s y pujó por el medio metro de chapa de la placa conmemorativa de la inauguración de la sede londinense de Lehman Brothers hasta las 28.750 £ (35.000 €)?
¿Seguimos mereciendo la crisis o ya tenemos ración suficiente?
Viñeta de Daredevil #227-233: Born again