No creo de ninguna manera que a nadie le molestase yo o mi empeño reiterado ya cada tarde de ser respondido a mi saludo. Simplemente no se dan cuenta, están cansados y concentrados en su trabajo mucho antes de llegar yo y delegan en el de al lado el cumplimiento de las mínimas normas de cortesía; el uno por el otro quedaba la casa muy maquillada pero sin barrer.No siempre llegué al teatro con el mismo estado de ánimo. De hecho acudí preocupado más de una vez por todo tipo de cuestiones, sin embargo ya me tomé como una cruzada personal lo de saludar histriónicamente al entrar, aunque no me apeteciese. ¿Por qué dejar que sean los otros quienes decidan cómo has de saludar o cual haya de ser tu estado de ánimo?No da igual, no puede dar igual si estás o no en un sitio. Claro que hay gente más discreta o de perfil mas bajo a lo mejor, menos egocéntrica y más indolente. Allá cada cual, porque te pongas como te pongas, cuando tú apareces no deja de alterarse como mínimo la temperatura del sitio y el indice de oxigeno en el aire… Pero somos algo más que objetos o animales. Cómo llegar a estar seguros.La asertividad, tal y como yo la entiendo, es un concepto moderno y necesario. Comportarte como te pida el cuerpo, hacer lo que verdaderamente quieras hacer. No quiero saludar, no saludo. Pero perfectamente compatible con el respeto a los demás; de otra manera en lugar de asertivo estarás siendo maleducado, que es un concepto mucho más antiguo y menos interesante. Lo de la simpatía, que también es antigua, ya es un extra, amigos míos; algo que se tiene y que se ejercita porque uno quiere y porque lo regala a los demás. Es un don, una belleza, un rayo de luz, de alegría, una maravilla, algo precioso y raro de ver en estos tiempos que corren. Consiste, según el diccionario, en ser agradable, afectuoso y cercano a los demás…
Gracias por tu simpatía, sigue así todo el tiempo que puedas antes de que la masa informe y absurda te arrastre o te engulla sin ser capaz de percibirte, ni darse cuenta siquiera.