Esta situación lleva a la desesperación los que la viven. Desde quien se dedica a las tareas del hogar, pasando por el empresario más reconocido, el mando intermedio, e incluso el estudiante.Todos la soportan sobre sus espaldas con angustia y pesar. Aparece además la resignación frente a algo que no pueden controlar. Se complica.
En multitud de webs, blogs y artículos se dan recetas para afrontar esto. Las leo todas y muchas de ellas son coherentes y acertadas.Ahí están para quien las quiera leer. Mejor dicho para quien las quiera aplicar.
Pero aquí está el problema.Estos consejos no son mágicos ni instantáneos. Tras cada uno de los pasos hay un esfuerzo y un trabajo a realizar. Entonces viene la desesperación de quien las lee. “Si ya tengo mucho trabajo y nada de tiempo ¿cómo voy a perder el tiempo que no tengo y las fuerzas que no me quedan para intentar reducir tiempos y trabajo?” Así que no le encuentran aplicación a los consejos y por tanto no hacen caso de ellos.
¿Qué ocurre entonces? Pues que el tiempo se empieza a complicar aún más. Cada vez más tareas, más dedicación, más obligaciones, más responsabilidades. Se crea una espiral ascendente de agobio y malestar muy perniciosa. Y al cabo del tiempo llega a afectar tanto que sí o sí hay que tomar una decisión porque pagas con la salud…o la vida.
La inteligencia en esta situación está en empezar a dar soluciones en el primer instante en el que se detecta que el tiempo me come. Es más fácil y más saludable. Por supuesto que también tiene solución más adelante pero el esfuerzo ahora va a ser menor. Porque lo mejor de todo es que esto tiene solución. Sólo tienes que querer de verdad. No esperes a necesitarlo de verdad.
Si trabajas el tiempo mejorará tu espacio vital.