Aquí, cómo ves, sigo siendo un espejismo, Un leve temblor en la transparencia.
Como tú fui persistente a los años, Quise perdurar: el amor casi lo logra, Otras cosas también, y el odio.
Al final, sólo quedó la soledad adentro, tan adentro, Como si no hubiese otra forma de existir, De saber tener nostalgia, mirando, solitario, Lo mismo que todos quisieron sentir o sintieron confundidos.
No somos muy distintos, También me acompañó la infancia Tan casi imaginada… Y cada vez, Cada vez que el recuerdo la traía El tiempo, la forma del tiempo se perdía.
Sólo me restó En esos instantes revelación y guiño, Volver a la piel endurecida.
Pero son cosas tan comunes Que lo mejor es dejar que tú también las sientas Con el dolor que deja el hueso olvidado En la cara extraña de todos los juguetes.
Toda la música que se podía inventar Siguió extendiéndose con la misma insistencia Para conjurar momentos de silencio, de lágrima contenida Y hasta otras veces para poder bailar Y señalar un viaje o Una sonrisa y De nuevo el amor que nunca fue gratis como uno lo quería.
Hubo cine, imágenes que parecían dimensionar toda la verdad Y que poco pudieron tranzar con la ficción Para olvidar o perdonar la historia.
En pocas palabras, tanto invento: los barcos, los cohetes, las cobijas, El fuego en la cocina, el hielo, el sabor del almíbar, la crema de dientes, El peine o las medias para vestir a cualquier desconocido Fueron poniéndose en el frente, reportándose a la vida Como si ya supieran de su tanta ordinaria y vasta vida cotidiana.
No habrá nada que no pasé y dejé al asombro aburrido, Pero todo llegará con furor, con ganas de marcar un signo O proponer un grito de estupefacto y muerto entre lo ingenuo.
Ya algún día partiremos, seremos cualquier cosa Y por unos días habrá unos rituales: flores, fiesta, Cielo, textos sagrados, un hombre o una mujer llorando.
Eso es todo No hay magia en esto de vivir como luchando Son los días, el universo entero, lo desconocido
Y nosotros, esos extraños, irrumpiendo en mitad de la apariencia.