Sindicalismo del S.XXI : reinvención o muerte

Publicado el 10 noviembre 2014 por Polikracia @polikracia

En el año 1165 a.C en el Egipto gobernado por el faraón Ramsen III fue testigo de la primera huelga de esclavos exigiendo que se les proporcionara ropa, ungüento y pescado. Estos esclavos  que eran utilizados para la construcción de la tumba del faraón, emplearon esta herramienta de acción colectiva hasta en tres ocasiones. En la revolución industrial esta práctica se generaliza, y la historia contempla como en Chicago el 1 de Mayo de 1886 una revuelta que reivindicaba la jornada laboral de 8 horas apodada Haymarket acaba con 8 mártires y el día del trabajador marcado a fuego en todas las mentes concienciadas. En Inglaterra, uno de los focos de la industrialización, las huelgas generales y mineras eran junto con las condiciones de explotación el pan de cada día de los ingleses.  En 1926 se paralizó completamente el país durante 9 largos días de huelga convocada por el Consejo General del Congreso de los Sindicatos Británicos (TUC) intentando evitar una reducción de salarios y el empeoramiento de las condiciones laborales de hasta 800.000 mineros del carbón. Se calcula que 1.7 millones de trabajadores sobretodo de los sectores del transporte la minería y la industria pesada secundaron la huelga. En ese mismo escenario, entre 1984 y 1985 la musa del neoliberalismo Margaret Tatcher derrotó a los mineros que durante 5 meses y con un 73% de seguimiento de media (99% en zonas como Gales) paralizaron la industria minera. Un pulso ganado por Tatcher que tuvo como resultado la desindustrialización del país y la posterior  aplicación de una agenda neoliberal de la mano de  Ronald Reagan que dinamitó el mercado de trabajo y condicionó la vida de las clases trabajadoras. El pacto Reagan-Tatcher definió el final del Siglo XX y concretó un nuevo orden económico cuyas consecuencias vivimos, sufrimos y padecemos hoy en día.

Desde la llegada del Dúo Dinámico del libre mercado, el sindicalismo empezó a derrumbarse hasta llegar a la escasa correlación de fuerzas que tiene hoy en día. Ese impulso que antaño permitía tumbar gobiernos o imponer temor a grandes empresarios hoy en día se ha esfumado. Solo en pequeños sectores las huelgas y reivindicaciones laborales se mantienen exitosas como en el sector de la limpieza o el transporte. No se puede entender la situación actual del sindicalismo sin comprobar el número cada vez menor de afiliación sindical. Las cifras del % de afiliación por país son reveladoras y dolorosas:

PAIS 2001 (%) 2011(%)

Irlanda 37,5 35.5

Italia 34,2 35.1

Canadá 30,3 28.8

Austria 35,7 28.1

Reino Unido 29,6 25.8

Eslovenia - 25,6

Alemania 23,7 18,5

Holanda 21,2 18,2

Australia 24,2 18.0

Suiza 20,3 17.5

Rep.Checa 23,6 17,3

Eslovaquia 30,5 17,2

Hungría 20,0 16,8

España 15,9 15,9

(Instituto Estudios Económicos)

¿Por qué la capacidad de negociación sindical ha disminuido?

Uno de los factores principales es el cambio en el mercado de trabajo consecuencia directa de la desindustrialización. Si se observa el siguiente gráfico se puede comprobar cómo desde principios de los 80 el ingreso por industria manufacturada desciende paulatinamente:

Este proceso de cierre masivo de fábricas, astilleros y minas que serán transportadas a países subdesarrollados, donde abunda la mano de obra barata (ergo rentable), da paso a un incremento masivo del sector servicios . Los trabajadores del primer mundo sufren una transformación ligada a esta  transición del sector industrial al sector terciario, la clase obrera ya no son hombres musculosos vestidos con mono azul que entraban y salían todos a la misma hora de la fábrica y que poblaban los barrios del extrarradio de las ciudades. Para muchos trabajadores era un orgullo ser un estibador ,minero o un carpintero, era la profesión que de por vida iban a desempeñar, de hecho la tradición pasaba de padres a hijos siendo habitual ver a varias generaciones realizando la misma función, existía una identificación con tu puesto de trabajo que origina un sentimiento de unión y solidaridad con otros trabajadores del mismo sector  En cambio en la actualidad las cosas son muy distintas, ya no se está ligado a una profesión de por vida si no todo lo contrario, el trabajo es muy inestable y una persona puede llegar a ser cocinero, teleoperador o aparcacoches en un mismo año, lo que hace imposible  no solo la identificación con tu trabajo si no una militancia sindical sectorial. El sector servicios tiene como característica la flexibilidad de horarios, lo que ocasiona dos problemas: primero que muchos trabajadores de la misma empresa ni se conozcan (la confianza en tus compañeros de trabajo son fundamentales en las huelgas) y segundo la dificultad de realizar reuniones donde todos los trabajadores estén presentes.

¿Sindicalismo caduco debido al surgimiento de una nueva clase social?

Muchos izquierdistas han considerado que la baja influencia sindical y el cambio del mercado de trabajo tiene que ver con el surgimiento de una nueva clase social: “El precariado”. Insinuar que pueda surgir una nueva clase social “precaria” paralela a clase la trabajadora  es cuanto menos erróneo ya que la clase obrera es en su definición precaria, por lo tanto el término “precariado” es una contradicción en sí mismo. Si es cierto que la clase obrera de la Inglaterra del S.XIX y la clase obrera actual no realizan ni por asomo una tarea parecida, pero mientras que en el pasado los obreros se partían el lomo en la mina, hoy en día se parten el lomo trabajando en un McDonald haciendo hamburguesas a 4 euros la hora o repartiendo publicidad a 3.75. Sigue siendo la misma clase obrera adaptada a las circunstancias y al tiempo.

Reinventarse o morir

Partiendo de la base de que la huelga es una herramienta efectiva y necesaria para las conquistas laborales y sociales es urgente una reinvención de los medios y las formas con que se realizan las luchas laborales.  Los sindicatos comenten el gravísimo error de no introducirse en los trabajos que conforman actualmente  la clase subordinada. Me refiero a los telefonistas, los pizzeros, los repartidores de publicidad, los trabajadores de grandes compañías de comida basura, los informáticos, los comerciales, los camareros, el personal administrativo, los antenistas y un largo etc. Los sindicatos no han sabido o no han querido extraer todo el potencial que la nueva clase obrera tiene para mejorar las condiciones laborales de esta. ¿Se imaginan la fuerza que tendría un sindicato si consiguiera poner en huelga al sector de la informática y dejar a todo un país sin internet o servicio técnico?

La lucha sindical debe darse cuenta de que solo quedan dos caminos: reinvención o muerte.