Es simbólico, también, proyectar propósitos para un tiempo que deseamos nuevo y esperanzador, como si fuera factible con sólo desearlo. Sin embargo, traspasar esas fronteras simbólicas que imaginamos en el paso de los años nos permite recapitular y emprender iniciativas que se alimentan de la energía de nuestras emociones y sentimientos. Nos sugestionamos con renovados horizontes donde alcanzaremos lo que el presente nos niega o encontraremos las respuestas a nuestras inquietudes y las soluciones a los problemas. Soñamos siempre un mundo nuevo al que aluden todas las utopías. Un lugar y un tiempo en el que lograremos materializar nuestros sueños o liberarnos de nuestras pesadillas. También, mientras lo perseguimos, en lo que motiva al espíritu creador del hombre a componer sinfonías que celebran ese espacio nuevo al que dirigimos nuestros pasos. ¡Ojalá lo alcancemos en 2014! Y si no, deléitense con el segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonín Dvorák.
Es simbólico, también, proyectar propósitos para un tiempo que deseamos nuevo y esperanzador, como si fuera factible con sólo desearlo. Sin embargo, traspasar esas fronteras simbólicas que imaginamos en el paso de los años nos permite recapitular y emprender iniciativas que se alimentan de la energía de nuestras emociones y sentimientos. Nos sugestionamos con renovados horizontes donde alcanzaremos lo que el presente nos niega o encontraremos las respuestas a nuestras inquietudes y las soluciones a los problemas. Soñamos siempre un mundo nuevo al que aluden todas las utopías. Un lugar y un tiempo en el que lograremos materializar nuestros sueños o liberarnos de nuestras pesadillas. También, mientras lo perseguimos, en lo que motiva al espíritu creador del hombre a componer sinfonías que celebran ese espacio nuevo al que dirigimos nuestros pasos. ¡Ojalá lo alcancemos en 2014! Y si no, deléitense con el segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonín Dvorák.